Estaba
como en un sueño. Cuatro de los hombres más sexys que conocía
estaban desnudos delante de mí. Había tenido esa fantasía
demasiadas veces y ahora que los tenía delante me costaba creérmelo.
Todo había empezado con una apuesta de Danny. Estábamos en casa de
Tom, como siempre. Estábamos bebiendo y cuando ya íbamos bastante
borrachos, al pecoso se le ocurrió jugar a "verdad o prenda".
Poco a poco nos fuimos desnudando. Cuando todos nos quedamos en ropa
interior, Harry propuso hacerlo más interesante. Empezaron siendo
besos inofensivos, mordiscos en zonas sin peligro alguno, cachetes en
el culo y concursos de gemidos. Pero a medida que iba pasando el
tiempo, la cosa se iba calentando. A mí me tocó quitarme el
sujetador. Me levanté, les di la espalda y lo hice muy sensualmente,
sabiendo que los cuatro me miraban sin apenas parpadear. Cuando me lo
quité, me di la vuelta cubriéndome las tetas y sonriendo con
malicia. Me habían dicho que me quitara el sujetador, no que les
mostrara nada. Pero ellos no hicieron lo mismo. Cuando les tocó
desnudarse del todo, no se taparon sus miembros. Sonreí al ver que
ya estaban duros y que yo había contribuido a ello. Danny me miró.
Y como si no tuviera vergüenza, se cogió la polla y empezó a
masturbarse. Yo no podía quitar la mirada de su entrepierna, me
tenía hipnotizada. Incluso empecé a relamerme los labios, deseando
ser yo quien hiciera eso.
-
Cógesela - me giré y vi que Harry me señalaba la polla de Danny.
Yo
asentí y me fui acercando hasta su posición como si fuese una gata
en celo. Danny apartó su mano y me miró con una sonrisa de
suficiencia. Se la cogí y empecé a acariciarla. Agaché la cabeza y
sin que nadie se lo esperase, lamí su glande. Danny gimió y el
resto de sus amigos abrieron mucho los ojos. Se empezaron a mirar,
sin saber qué hacer. Fue Harry el que tomó la iniciativa. Se acercó
a mí y me acarició la espalda. Deslizó un dedo por dentro de mis
bragas y me acarició el clítoris, presionándolo y pellizcándolo.
Me giré con la polla de Danny en mi mano y vi a Harry tocarse.
Estaba tan excitado que lo podía notar hasta en el brillo de sus
ojos. Miré a Danny y con una sonrisa traviesa me metí su polla en
la boca. Primero despacio, pero no tardé en aumentar el ritmo cuando
noté su mano sobre mi cabeza, presionando para que fuera más
rápido. Doug y Tom seguían estáticos, se miraban y boqueaban, pero
no conseguían moverse hasta que otra vez Harry habló.
-
Enano, besa a Tom.
Los
dos se miraron. Tom parecía avergonzado, pero el alcohol en su
cuerpo le impedía decir que no. Así que se acercó a su amigo,
agarró su cara y le besó. Al principio notó resistencia por parte
de Doug, pero éste no tardó en seguirle el beso.
Harry
dejó de masturbarme, se agachó y lamió un par de veces mi
clítoris, estimulándolo al mismo tiempo con los dedos. Yo estaba a
cuatro patas, así que después de eso, se agarró de mi cadera y me
penetró, entrando lentamente, sintiendo y disfrutando la estrechez
de mi vagina. Las embestidas eran largas y profundas, pero no
tardaron en convertirse en salvajes. Acompasé sus movimientos a los
míos con la polla de Danny. Él gemía y maldecía, pero no pudo
decir nada más cuando notó una presión sobre sus labios. Doug lo
estaba besando. El pecoso sonrió satisfecho y llevó su mano al
miembro de su amigo y comenzó a masturbarlo. Doug levantó la mirada
al escuchar el fuerte grito que había soltado Harry. No había
podido aguantar más y se había corrido dentro de mí. Se apartó,
exhausto y se apoyó contra un sofá, pero sin dejar de mirar la
escena. Su posición la ocupó Tom, quien lamió mi vagina,
llevándose con la lengua el semen de su amigo. Tiró de mi pelo e
hizo que le chupara un dedo. Se lo lamí y después introdujo otro.
Cuando quedó satisfecho, los sacó y fue acariciando mi
espalda, hasta la entrada de mi ano. Introdujo uno de los dedos
lubricados por mi saliva y a continuación el otro. Yo sentía que me
iba a desmayar de placer. Cuando Tom vio que mi culo estaba
preparado, puso su polla en la entrada y la fue introduciendo poco a
poco. Una vez dentro, se agachó y empezó a acariciar mi clítoris.
Yo busqué con la mirada a Danny, pero se había movido y ahora
estaba sentado al lado de Dougie, haciéndole una mamada. Tom iba
despacio, penetrándome profundamente. Pero cuando notó que iba a
explotar, aumentó el ritmo. Harry se acercó a mí y acarició mis
pezones, aumentando mi placer. Sin duda eso ayudó a que el orgasmo
fuera más espectacular. Me tensé y una oleada de placer me invadió
todo el cuerpo. Tom alargó la última penetración y se corrió
segundos después de que lo hiciera yo. Caí agotada al suelo, no
podía ni moverme. Pero aquello aún no había terminado. Harry me
obligó a sentarme en el sofá y me abrió de piernas, introduciendo
dos dedos en mi vagina y mordiendo mi clítoris, volviendo a
encenderme. Miré hacia Danny y vi que estaba follando a Doug. Me
separé de Harry y me dirigí a la pareja como pude. Paré a Danny y
le obligué a sacarla del culo del enano.
-
Fóllame a mí - le supliqué.
Danny
me hizo caso y me tumbó casi con violencia en el suelo. Dougie
protestó, pero Harry no tardó en llegar hasta él y besarle.
Después le dio la vuelta y lo embistió, como segundos antes estaba
haciendo Danny. Tom veía las dos escenas y se masturbaba, pero de
vez en cuando se acercaba a mí y me besaba a la vez que me
acariciaba. Danny me abrió las piernas y sin decir nada me penetró.
Parecía un loco, no tenía ningún cuidado y eso me excitaba más.
Con los besos húmedos de Tom y las embestidas tan brutales de Danny,
no tardé en correrme. Agarré con mis piernas a Danny y no lo solté
hasta que noté que él también llegaba al orgasmo. Se tumbó sobre
mí y me besó. Luego se apoyó en el sofá y observó cómo Tom se
corría delante de Doug y Harry. Luego cogió la polla de Doug y le
masturbó hasta que éste tensó sus músculos alrededor de la polla
de Harry y manchó la mano de Tom y el suelo con su semen. Harry no
tardó en seguirle, notar el culo prieto del enano en torno a su
hinchada polla ayudó a que se corriera por segunda vez.
Acabamos
los cinco tumbados en el suelo. Todos respirábamos con dificultad,
intentando recuperar el aliento. En ese preciso momento empezaba a
amanecer, lo que quería decir que nos esperaba una gran resaca y una
gran locura que todos recordaríamos.
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