martes, 12 de agosto de 2014

Un par de cervezas

Mientras Joe se terminaba de vestir yo me acariciaba el vientre, tumbada desnuda en la cama y mirando el techo. El ruido de la cadena del váter hizo que dirigiera mi mirada al baño. Joe abría la puerta en ese momento y con un "te quiero" salía de mi cuarto, con las llaves de su coche en la mano, dispuesto a irse.

Joe era mi novio, pero aún no me había atrevido a decirle que se mudara conmigo. No estaba preparada. Y muchos menos con cierto problema que rondaba mi mente cada vez que me acostaba con él.

Me levanté y me puse mi bata. Fui hasta la cocina y cogí un vaso de agua. Después de bebérmelo de un trago, miré el reloj. Era tarde, pero necesitaba desahogarme con alguien. Busqué mi móvil y cuando lo encontré le llamé.

- ¿Diga? - dijo una voz ronca.
- ¿Danny? ¿Te he despertado?
- Sí, pero no te preocupes. ¿Qué ocurre? - me preguntó después de aclararse varias veces la voz.
- Necesito una copa.
- Claro. Dame 20 minutos. Me visto y voy para allá - dijo Danny.
- No. Prefiero ir yo a tu casa, así salgo y me despejo.
- ¿Segura?
- Sí, en un rato estoy allí - y colgué.

Danny era como mi salvador. Nos conocíamos desde pequeñitos y siempre habíamos estado juntos. Yo le ayudaba con sus conquistas y él me escuchaba durante horas hasta que conseguía dejar de llorar.

Me puse la ropa que había tirada por el suelo, cogí el bolso y salí de mi casa. Danny vivía relativamente cerca de mí. Él podía estar en 5 minutos en mi casa cuando cogía su coche y a mí me costaba casi media hora llegar a la suya. Pero me gustaba caminar, sobre todo cuando necesitaba pensar.

Llegué y me paré en el pequeño jardín que tenía Danny en la entrada de su casa. Él se encontraba sentado en las escaleras, sujetando dos cervezas. Me hizo una seña para que me acercase a él y me sentase a su lado. Cuando lo hice, Danny dejó las cervezas en el suelo y me abrazó. Derramé un par de lágrimas sobre su hombro y después Danny me ofreció una de las cervezas.

- ¿Pasamos dentro y me cuentas? - yo asentí y agarrando su mano, entramos dentro.

Me llevó hasta el sofá. Me senté y vi cómo Danny desaparecía un momento del salón. Cuando volvió, traía una botella de vino y dos copas.

- No me quedan más cervezas - dijo y soltó una carcajada.

Danny se acomodó a mi lado y esperó a que yo hablara, sabía que necesitaba mi tiempo.

- Te dije que tenía problemas con Joe - le dije mientras jugaba con la cerveza entre mis manos.
- Sí, pero nunca me has dicho la razón.
- Verás - respiré profundamente y hablé. - Yo... Esto...
- ¿Te da vergüenza decírmelo? - yo asentí y Danny empezó a reírse.
- Danny - él paró y me miró asustado. - Desde que estoy con Joe no me he corrido ni una sola vez.
- ¿Qué?
- Me has oído, no me hagas repetirlo - aparté mi mirada de la suya, muriéndome de la vergüenza.
- Es que no puede ser - dijo cogiendo la botella de vino y sirviendo en los dos vasos. - ¡Pero si lleváis 10 meses!
- ¡Ya lo sé, joder! - cogí el vaso y me bebí todo el vino.
- ¿Y por qué sigues con él?
- No lo sé. Supongo que le quiero - volví a escuchar la risa de Danny.
- ¿Supones? - hizo una pausa. - ¿Y por qué me lo cuentas ahora?
- Porque antes pensaba que era normal. Es mi primera relación seria. No he follado con nadie más.
- ¿Y qué quieres decir con eso?
- Que igual estoy estropeada, no sé - Danny al oír eso me dio un golpe en el brazo. - ¡Es verdad! Me toca y no siento nada, me masturba y tampoco, y lo mismo cuando me folla. Igual me pasa algo dentro y no puedo follar y me tengo que quedar sola para el resto de mi vida.

Empecé a sollozar y Danny me puso una mano en la pierna. Un pequeño escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Y él pareció darse cuenta.

- ¿Lo ves? - miré a Danny para que me diera una explicación. - Te acabo de tocar y tú te has estremecido, ¿o me equivoco?
- No me lo esperaba, por eso he reaccionado así - volví a romper el contacto visual.
- Claro, seguro que ha sido por eso - volvió a repetir el gesto y yo volví a estremecerme. - No estás rota ni nada parecido.

Estuvimos varios minutos en silencio. Miré un punto fijo del salón y empecé a pensar en lo que había pasado. Igual Danny tenía razón. Quizá no era culpa mía. O igual era porque estaba un poco borracha y mi piel era más sensible de lo normal. Pero mi cabeza se decantaba más por la primera opción. Incluso sonreí ante el hecho de que había sido Danny el que me había provocado esos escalofríos.

Noté que el sofá se hundía a mi lado y giré la cabeza, encontrándome con la cara de Danny muy cerca de la mía. No sabía qué hacer. Yo estaba con Joe, no podía ponerle los cuernos. ¿O sí? Estaba harta de ser un mero objeto sexual, abrirme de piernas para que mi novio me follara, se corriera y luego no se preocupara en darme placer a mí.

Danny se acercó a mi cuello y posó sus labios allí donde tantas veces lo había hecho Joe. Pero esta vez fue diferente. Esta vez sí que sentí algo. Danny lo notó y sonrió.

- ¿Sabes qué creo que pasa? - yo no respondí, simplemente me dejé llevar por las nuevas sensaciones que él me estaba ofreciendo. - Joe no es el adecuado. Él es el culpable de que no hayas sentido nada en estos 10 meses. Y creo que ya va siendo hora de que disfrutes.

Me miró a los ojos y tras dejar mi copa en la mesa, se acercó a mis labios. Primero fue una leve caricia, un simple roce que hizo que sintiera ese revoloteo de millones de mariposas en el estómago que sientes la primera vez que te besa alguien. Se apartó un poco y volvió a conectar su mirada con la mía. Podía notar que él estaba sintiendo lo mismo que yo. Sus ojos brillaban y su sonrisa no había desaparecido en ningún momento. Me acarició la mejilla y volvió a mis labios, besándome con ternura, con delicadeza incluso. Hizo un poco de presión sobre mis hombros y me tumbó en el sofá, poniéndose él encima, sin aplastarme. Siguió besándome mientras empezaba a acariciarme por encima de la ropa. Notaba que mi corazón iba más rápido de lo normal, como si hubiese estado corriendo. Me costaba respirar y sentía que mi cuerpo ardía. Eso significaba que me estaba excitando, ¿no? Dejé de estar estática y metí una mano por debajo de su camiseta, acariciando su perfecta espalda. Danny tiró de la mía y con mi ayuda, me la quitó y la dejó caer al suelo. Volvió a besarme, jugando con nuestras lenguas, saboreándolo. Yo seguía acariciándole, con ansias, como si en ese momento tuviera prisas por desnudarle. Danny se incorporó y se quitó su camiseta, pero luego volvió a juntar sus labios con los míos. Puso sus manos sobre mis tetas, cubiertas aún por el sujetador. Danny dejó de besarme y miró hacia el lugar que estaba tocando. Observó que mis pezones se habían puesto duros y tras mirarme orgulloso por lo que había conseguido, se dirigió a mi cuello, estimulando cada rincón, provocándome pequeños gemidos, casi inaudibles. Nunca hubiera imaginado que pudiera llegar a gemir con tan solo caricias y besos. De repente noté una nueva reacción de mi cuerpo. Sentía que mi clítoris palpitaba, como si estuviera pidiendo atención. Y tener el duro bulto de Danny pegado a mi entrepierna, hacía que esas palpitaciones aumentaran. Busqué desesperada la boca de Danny y le mordí el labio, dándole a entender que estaba muy excitada y que necesitaba acción. Él lo entendió y se puso de rodillas en el sofá. Me besó y después, fue dejando un camino de besos por todo mi cuerpo, hasta que llegó al pantalón. Lo desabrochó lentamente, pero no tardó en quitármelo, dejándome solo con las bragas. Miró con atención esa zona y luego me miró a mí.

- Estás muy mojada - se acercó y me besó. - Parece que no estás tan estropeada como tú pensabas.
- Cállate idiota y fóllame de una vez - Danny se rió sobre mis labios y yo le agarré y le besé antes de dejar que me quitara las bragas.

Antes de volver a bajar, Danny me quitó el sujetador. Acercó su cara a una de mis tetas y mordió el pezón, tirando de él, estimulándolo. Con el otro hacía lo mismo pero con sus dedos. Me estaba volviendo loca, necesitaba sentirle dentro de mí y lo necesitaba ya. Levanté un poco mis caderas, provocándole para que dejara mis pezones a un lado y me arrancara la última prenda que cubría mi cuerpo. Danny volvió a ponerse entre mis piernas. Me acarició los muslos, provocándome cosquillas. Y antes de quitarme las bragas, puso un dedo sobre mi clítoris y lo movió en círculos, excitándome más aún si era posible. Cerré los ojos y volví a alzar las caderas. Estaba desesperada, ya no sabía ni lo que hacía. Danny se apiadó de mí y me quitó las bragas, pero con extrema lentitud, acariciando de paso mis piernas. En cambio, él se quitó lo que le quedaba de ropa muy rápido, sin esperas. Danny deslizó una mano por mi vientre y siguió bajando hasta mi sexo, haciendo que yo jadeara con el primer contacto. Introdujo un dedo, pero no tardó en añadir un segundo, metiéndolo más profundamente, masturbándome con esos dos dedos que me estaban haciendo perder el sentido. Danny los retiró y agarrando su polla con esa mano, la dirigió hacia la entrada de mi vagina. Dio pequeños toques, sin llegar a entrar aún. Si eso estaba haciendo que me volviera loca, sentirlo dentro de mí acabaría conmigo. Danny me agarró con una mano la cadera y con la otra empezó a trazar círculo sobre mi clítoris como había hecho antes. Sabía que eso me estaba excitando mucho más, pero a la vez me desesperaba.

- Danny. Por favor. Ahora... - le supliqué aunque tuviera la boca seca.

Me separó los muslos una vez más y con un movimiento de su cadera me penetró. Se tumbó sobre mí y empezó con un suave vaivén, mientras me besaba profundamente. Recorrió mi cuello con su lengua para luego morder y succionar mis pezones. Poco después, aumentó el ritmo, sabiendo que los dos estábamos tan excitados que no tardaríamos en corrernos. No estaba segura, pero había leído tanto sobre el orgasmo que podría decir que era eso lo que venía a continuación. Danny se centraba en mi cuello mientras yo convertía los pequeños gemidos en jadeos y estos en un brutal grito de liberación, como si todo mi cuerpo se hubiera tensado y después relajado, dejándome sin fuerzas. Con mi orgasmo, pude notar que Danny aumentaba el ritmo, volviendo a mis labios y besándome con demasiada fuerza. Ahogó un grito en mi boca y se corrió, saliendo de mí e intentando acomodarse a mi lado. Pero como el sofá era muy estrecho, perdió el equilibrio y acabó en el suelo. Aunque no tenía fuerzas, empecé a reírme.

- ¿Te acabo de follar y te ríes de mí? - dijo Danny desde el suelo.
- Es que eres un patoso - me asomé y le miré con una sonrisa en mis labios.
- Aquí abajo se está muy bien - intentó moverse dejándome un hueco.

Me dejé caer y sin querer lo aplasté un poco. Danny abrió su brazo para que me acomodara sobre él y me besó en el pelo.

- ¿Qué voy a hacer con Joe? - pregunté mientras acariciaba su tripa.

- La pregunta debería ser, ¿qué va a pasar entre nosotros? - me miró y yo a modo de contestación le besé.

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