Mientras
Joe se terminaba de vestir yo me acariciaba el vientre, tumbada
desnuda en la cama y mirando el techo. El ruido de la cadena del
váter hizo que dirigiera mi mirada al baño. Joe abría la puerta en
ese momento y con un "te quiero" salía de mi cuarto, con
las llaves de su coche en la mano, dispuesto a irse.
Joe
era mi novio, pero aún no me había atrevido a decirle que se mudara
conmigo. No estaba preparada. Y muchos menos con cierto problema que
rondaba mi mente cada vez que me acostaba con él.
Me
levanté y me puse mi bata. Fui hasta la cocina y cogí un vaso de
agua. Después de bebérmelo de un trago, miré el reloj. Era tarde,
pero necesitaba desahogarme con alguien. Busqué mi móvil y cuando
lo encontré le llamé.
-
¿Diga? - dijo una voz ronca.
-
¿Danny? ¿Te he despertado?
-
Sí, pero no te preocupes. ¿Qué ocurre? - me preguntó después de
aclararse varias veces la voz.
-
Necesito una copa.
-
Claro. Dame 20 minutos. Me visto y voy para allá - dijo Danny.
-
No. Prefiero ir yo a tu casa, así salgo y me despejo.
-
¿Segura?
-
Sí, en un rato estoy allí - y colgué.
Danny
era como mi salvador. Nos conocíamos desde pequeñitos y siempre
habíamos estado juntos. Yo le ayudaba con sus conquistas y él me
escuchaba durante horas hasta que conseguía dejar de llorar.
Me
puse la ropa que había tirada por el suelo, cogí el bolso y salí
de mi casa. Danny vivía relativamente cerca de mí. Él podía estar
en 5 minutos en mi casa cuando cogía su coche y a mí me costaba
casi media hora llegar a la suya. Pero me gustaba caminar, sobre todo
cuando necesitaba pensar.
Llegué
y me paré en el pequeño jardín que tenía Danny en la entrada de
su casa. Él se encontraba sentado en las escaleras, sujetando dos
cervezas. Me hizo una seña para que me acercase a él y me sentase a
su lado. Cuando lo hice, Danny dejó las cervezas en el suelo y me
abrazó. Derramé un par de lágrimas sobre su hombro y después
Danny me ofreció una de las cervezas.
-
¿Pasamos dentro y me cuentas? - yo asentí y agarrando su mano,
entramos dentro.
Me
llevó hasta el sofá. Me senté y vi cómo Danny desaparecía un
momento del salón. Cuando volvió, traía una botella de vino y dos
copas.
-
No me quedan más cervezas - dijo y soltó una carcajada.
Danny
se acomodó a mi lado y esperó a que yo hablara, sabía que
necesitaba mi tiempo.
-
Te dije que tenía problemas con Joe - le dije mientras jugaba con la
cerveza entre mis manos.
-
Sí, pero nunca me has dicho la razón.
-
Verás - respiré profundamente y hablé. - Yo... Esto...
-
¿Te da vergüenza decírmelo? - yo asentí y Danny empezó a reírse.
-
Danny - él paró y me miró asustado. - Desde que estoy con Joe no
me he corrido ni una sola vez.
-
¿Qué?
-
Me has oído, no me hagas repetirlo - aparté mi mirada de la suya,
muriéndome de la vergüenza.
-
Es que no puede ser - dijo cogiendo la botella de vino y sirviendo en
los dos vasos. - ¡Pero si lleváis 10 meses!
-
¡Ya lo sé, joder! - cogí el vaso y me bebí todo el vino.
-
¿Y por qué sigues con él?
-
No lo sé. Supongo que le quiero - volví a escuchar la risa de
Danny.
-
¿Supones? - hizo una pausa. - ¿Y por qué me lo cuentas ahora?
-
Porque antes pensaba que era normal. Es mi primera relación seria.
No he follado con nadie más.
-
¿Y qué quieres decir con eso?
-
Que igual estoy estropeada, no sé - Danny al oír eso me dio un
golpe en el brazo. - ¡Es verdad! Me toca y no siento nada, me
masturba y tampoco, y lo mismo cuando me folla. Igual me pasa algo
dentro y no puedo follar y me tengo que quedar sola para el resto de
mi vida.
Empecé
a sollozar y Danny me puso una mano en la pierna. Un pequeño
escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Y él pareció darse cuenta.
-
¿Lo ves? - miré a Danny para que me diera una explicación. - Te
acabo de tocar y tú te has estremecido, ¿o me equivoco?
-
No me lo esperaba, por eso he reaccionado así - volví a romper el
contacto visual.
-
Claro, seguro que ha sido por eso - volvió a repetir el gesto y yo
volví a estremecerme. - No estás rota ni nada parecido.
Estuvimos
varios minutos en silencio. Miré un punto fijo del salón y empecé
a pensar en lo que había pasado. Igual Danny tenía razón. Quizá
no era culpa mía. O igual era porque estaba un poco borracha y mi
piel era más sensible de lo normal. Pero mi cabeza se decantaba más
por la primera opción. Incluso sonreí ante el hecho de que había
sido Danny el que me había provocado esos escalofríos.
Noté
que el sofá se hundía a mi lado y giré la cabeza, encontrándome
con la cara de Danny muy cerca de la mía. No sabía qué hacer. Yo
estaba con Joe, no podía ponerle los cuernos. ¿O sí? Estaba harta
de ser un mero objeto sexual, abrirme de piernas para que mi novio me
follara, se corriera y luego no se preocupara en darme placer a mí.
Danny
se acercó a mi cuello y posó sus labios allí donde tantas veces lo
había hecho Joe. Pero esta vez fue diferente. Esta vez sí que sentí
algo. Danny lo notó y sonrió.
-
¿Sabes qué creo que pasa? - yo no respondí, simplemente me dejé
llevar por las nuevas sensaciones que él me estaba ofreciendo. - Joe
no es el adecuado. Él es el culpable de que no hayas sentido nada en
estos 10 meses. Y creo que ya va siendo hora de que disfrutes.
Me
miró a los ojos y tras dejar mi copa en la mesa, se acercó a mis
labios. Primero fue una leve caricia, un simple roce que hizo que
sintiera ese revoloteo de millones de mariposas en el estómago que
sientes la primera vez que te besa alguien. Se apartó un poco y
volvió a conectar su mirada con la mía. Podía notar que él estaba
sintiendo lo mismo que yo. Sus ojos brillaban y su sonrisa no había
desaparecido en ningún momento. Me acarició la mejilla y volvió a
mis labios, besándome con ternura, con delicadeza incluso. Hizo un
poco de presión sobre mis hombros y me tumbó en el sofá,
poniéndose él encima, sin aplastarme. Siguió besándome mientras
empezaba a acariciarme por encima de la ropa. Notaba que mi corazón
iba más rápido de lo normal, como si hubiese estado corriendo. Me
costaba respirar y sentía que mi cuerpo ardía. Eso significaba que
me estaba excitando, ¿no? Dejé de estar estática y metí una mano
por debajo de su camiseta, acariciando su perfecta espalda. Danny
tiró de la mía y con mi ayuda, me la quitó y la dejó caer al
suelo. Volvió a besarme, jugando con nuestras lenguas, saboreándolo.
Yo seguía acariciándole, con ansias, como si en ese momento tuviera
prisas por desnudarle. Danny se incorporó y se quitó su camiseta,
pero luego volvió a juntar sus labios con los míos. Puso sus manos
sobre mis tetas, cubiertas aún por el sujetador. Danny dejó de
besarme y miró hacia el lugar que estaba tocando. Observó que mis
pezones se habían puesto duros y tras mirarme orgulloso por lo que
había conseguido, se dirigió a mi cuello, estimulando cada rincón,
provocándome pequeños gemidos, casi inaudibles. Nunca hubiera
imaginado que pudiera llegar a gemir con tan solo caricias y besos.
De repente noté una nueva reacción de mi cuerpo. Sentía que mi
clítoris palpitaba, como si estuviera pidiendo atención. Y tener el
duro bulto de Danny pegado a mi entrepierna, hacía que esas
palpitaciones aumentaran. Busqué desesperada la boca de Danny y le
mordí el labio, dándole a entender que estaba muy excitada y que
necesitaba acción. Él lo entendió y se puso de rodillas en el
sofá. Me besó y después, fue dejando un camino de besos por todo
mi cuerpo, hasta que llegó al pantalón. Lo desabrochó lentamente,
pero no tardó en quitármelo, dejándome solo con las bragas. Miró
con atención esa zona y luego me miró a mí.
-
Estás muy mojada - se acercó y me besó. - Parece que no estás tan
estropeada como tú pensabas.
-
Cállate idiota y fóllame de una vez - Danny se rió sobre mis
labios y yo le agarré y le besé antes de dejar que me quitara las
bragas.
Antes
de volver a bajar, Danny me quitó el sujetador. Acercó su cara a
una de mis tetas y mordió el pezón, tirando de él, estimulándolo.
Con el otro hacía lo mismo pero con sus dedos. Me estaba volviendo
loca, necesitaba sentirle dentro de mí y lo necesitaba ya. Levanté
un poco mis caderas, provocándole para que dejara mis pezones a un
lado y me arrancara la última prenda que cubría mi cuerpo. Danny
volvió a ponerse entre mis piernas. Me acarició los muslos,
provocándome cosquillas. Y antes de quitarme las bragas, puso un
dedo sobre mi clítoris y lo movió en círculos, excitándome más
aún si era posible. Cerré los ojos y volví a alzar las caderas.
Estaba desesperada, ya no sabía ni lo que hacía. Danny se apiadó
de mí y me quitó las bragas, pero con extrema lentitud, acariciando
de paso mis piernas. En cambio, él se quitó lo que le quedaba de
ropa muy rápido, sin esperas. Danny deslizó una mano por mi vientre
y siguió bajando hasta mi sexo, haciendo que yo jadeara con el
primer contacto. Introdujo un dedo, pero no tardó en añadir un
segundo, metiéndolo más profundamente, masturbándome con esos dos
dedos que me estaban haciendo perder el sentido. Danny los retiró y
agarrando su polla con esa mano, la dirigió hacia la entrada de mi
vagina. Dio pequeños toques, sin llegar a entrar aún. Si eso estaba
haciendo que me volviera loca, sentirlo dentro de mí acabaría
conmigo. Danny me agarró con una mano la cadera y con la otra empezó
a trazar círculo sobre mi clítoris como había hecho antes. Sabía
que eso me estaba excitando mucho más, pero a la vez me desesperaba.
-
Danny. Por favor. Ahora... - le supliqué aunque tuviera la boca
seca.
Me
separó los muslos una vez más y con un movimiento de su cadera me
penetró. Se tumbó sobre mí y empezó con un suave vaivén,
mientras me besaba profundamente. Recorrió mi cuello con su lengua
para luego morder y succionar mis pezones. Poco después, aumentó el
ritmo, sabiendo que los dos estábamos tan excitados que no
tardaríamos en corrernos. No estaba segura, pero había leído tanto
sobre el orgasmo que podría decir que era eso lo que venía a
continuación. Danny se centraba en mi cuello mientras yo convertía
los pequeños gemidos en jadeos y estos en un brutal grito de
liberación, como si todo mi cuerpo se hubiera tensado y después
relajado, dejándome sin fuerzas. Con mi orgasmo, pude notar que
Danny aumentaba el ritmo, volviendo a mis labios y besándome con
demasiada fuerza. Ahogó un grito en mi boca y se corrió, saliendo
de mí e intentando acomodarse a mi lado. Pero como el sofá era muy
estrecho, perdió el equilibrio y acabó en el suelo. Aunque no tenía
fuerzas, empecé a reírme.
-
¿Te acabo de follar y te ríes de mí? - dijo Danny desde el suelo.
-
Es que eres un patoso - me asomé y le miré con una sonrisa en mis
labios.
-
Aquí abajo se está muy bien - intentó moverse dejándome un hueco.
Me
dejé caer y sin querer lo aplasté un poco. Danny abrió su brazo
para que me acomodara sobre él y me besó en el pelo.
-
¿Qué voy a hacer con Joe? - pregunté mientras acariciaba su tripa.
-
La pregunta debería ser, ¿qué va a pasar entre nosotros? - me miró
y yo a modo de contestación le besé.
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