Nos
encontrábamos tirados alrededor del fuego. Tom nos había propuesto
ir de acampada y todos habíamos aceptado encantados. Hacía tiempo
que no nos reuníamos los 7. Tom se llevó a Gi y Harry a Izzy. Luego
estábamos los solteros de oro, Doug, Danny y yo.
Por
culpa de una broma pesada de Harry, Dan se había ido a dormir pronto
y ahora, el pollito y yo nos habíamos quedado de sujetavelas de las
dos parejas. No paraban de besarse, darse caricias y decirse
tonterías en el oído. Así que Dougie y yo empezamos a molestarlos
un poquito, tirándoles lo que encontrábamos a nuestro alrededor,
interrumpiéndoles en los besos o poniéndonos en medio de las
parejas.
-
Me aburro - dije cuando conseguimos que nos hicieran un poco de caso.
-
Hagamos algo - me apoyó Doug.
-
¿Por qué no os vais a follar un ratito? - propuso Harry.
-
¡Pero qué burro eres Haroldo! - dije poniendo cara de asco. - Si
somos como hermanos. Aunque si quieres podemos irnos tú y yo a una
tienda.
Pestañeé
un par de veces y recorrí con mi lengua el labio superior. Eso
hizo que Harry tragara sonoramente y mirara inquieto a Izzy.
-
Yo... Esto... - Harry nos miró a los dos. Estaba muy nervioso.
-
Joder macho. Parece que no conozcas a Nicole - dijo Doug aguantándose
la risa.
Izzy
y yo ya estábamos muertas de la risa. El pobre Harry me miraba con
odio y aunque su novia intentaba darle un beso, éste no se dejaba.
-
Venga tonto. Si sabes que no me pones - dije para intentar destensar
el ambiente.
-
¿Eso es un cumplido? - dijo mientras volvía a tener entre sus
brazos a Izzy.
-
A ver paranoico. Que me pareces un tipo muy atractivo pero que no te
llevaría al huerto. Ya sabes, tengo otros gustos - dije guiñándole
el ojo.
-
Nicole, tienes el gusto en el culo - dijo Doug riéndose de mí.
-
¿Pero qué dices?
-
Te gustan los hombres con el cuerpo infestado de pecas - empezó
diciendo el enano. - Con risas que dan ganas de arrancarte los oídos.
-
¡Ala que exagerado! - si el resto no sabía aún por donde iban los
tiros, ya debían saberlo.
-
¡Y que además la tienen pequeña! - y capón que se llevó Doug
cuando lo dijo.
-
¿Te gusta Danny? - me preguntó Gi.
-
Por favor Gi, no me digas que lo has adivinado cuando ha dicho lo
último - dije mientras seguía encima de Doug torturándole un poco.
-
Tranquila, si ya sospechábamos algo - dijo con una gran sonrisa.
-
Me dejas mucho más tranquila.
Todos
se rieron de mí. Llevaba intentando ocultar que me gustaba el pecoso
desde hacía tiempo. Y había sido en vano. Tenía unos amigos
demasiado listos.
-
¿Danny sabe algo? - pregunté con vergüenza.
-
Nada - me tranquilizó Tom.
-
Menos mal. Dudo que quiera algo conmigo - dije secándome una lágrima
imaginaria.
-
¿Y por qué piensas eso? - me preguntó Izzy.
-
Soy morena - mi respuesta produjo una risa general. - A ver, ya
sabéis que a Danny le gustan rubias.
-
Definitivamente tú eres la tonta del grupo - dijo Harry entre risas.
-
¡Oye! Sin faltar, eh - me crucé de brazos y esperé a que
terminaran.
-
Eres guapa, divertida, inteligente y sexy - dijo Gi. - Da igual que
seas rubia, morena o pelirroja. Deberías lanzarte.
-
No quiero que me rechace.
-
Y no lo hará - dijo Tom con seguridad.
-
¡Gallina! - soltó de repente Doug.
Y
todos parecieron ponerse en mi contra, porque empezaron a decirme que
era una gallina y que no tenía lo necesario para meterme en la
tienda de Danny y atacar.
-
Estará dormido - intenté escaquearme.
-
¿Desde cuándo te ha importado a ti eso? - preguntó Doug.
-
Sois unos pesados.
-
Y por eso mismo vamos a seguir así hasta que levantes el culo y
entres en su tienda - dijo Harry mientras me daba golpecitos en la
pierna.
-
Lo estás deseando - dijo Gi. - Te mueres de ganas por ir, pero tu
cabezonería te lo impide.
-
Más bien me impide el hecho de que si entro, vosotros estaréis aquí
fuera escuchando - otra vez se echaron a reír.
-
¡Como si tú no nos hubieras oído a nosotros! - soltó Doug.
-
Está bien, iré - me levanté y los chicos aplaudieron.
Caminé
hasta su tienda y antes de entrar miré hacia donde estaban mis
amigos. Me hacían gestos para me diera prisa, yo bufé y abrí la
cremallera.
Y
ahí estaba él, tumbado encima de todos los sacos de dormir. Ni
siquiera se había molestado en meterse dentro de uno. Me acerqué
sigilosamente y me arrodillé a su lado, observándole. Miré a la
salida de la tienda dispuesta a irme, pero ellos tenían razón,
debía arriesgarme.
Acerqué
mis labios a su oído y soplé, con la esperanza de provocarle algún
escalofrío. Pegué un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja ya
que no veía ninguna reacción por su parte. Danny se revolvió y
murmuró algo. Volví a morder en el mismo lugar.
-
Doug, no seas pesado y déjame dormir - dijo sin abrir los ojos.
-
No soy Doug - susurré en su oído.
Danny
abrió un ojo pero lo volvió a cerrar.
-
Entonces estaré soñando - soltó una carcajada.
-
¿Soñando? - dije mientras daba pequeños besos en su cuello.
-
Sí. Solo en mis sueños me haces esto - seguía sin abrir los ojos.
Paré
un momento y le miré a la cara.
-
¿Me estás diciendo que tienes sueños eróticos conmigo? - Danny
abrió los ojos.
-
Si prefieres llamarlos así... - dijo y empezó a pellizcarse. -
Definitivamente esto no es un sueño.
-
No. No lo es - me acerqué lentamente a él. - Danny...
-
Dime - él miraba mis ojos y después mis labios sabiendo lo que iba
a pasar a continuación.
-
Voy a besarte - susurré contra su boca.
-
Vale - antes de besarle ensanchó su sonrisa.
Primero
fue una leve caricia de nuestros labios, provocando miles de pequeñas
descargas por todo mi cuerpo. Con ese simple roce los dos cerramos
los ojos, deseando saborearnos. Fue Danny el que atrapó mis labios
entre los suyos, besándome con mucha dulzura.
Pero
ese beso no tardó en volverse fiero, apasionado. Sin despegarme de
sus labios, me senté sobre su cadera, intentando no aplastar nada
que no debía. Danny, que hasta ese momento no se había movido ni un
milímetro, pegó sus manos a mis muslos, apretándolos y
acariciándolos por encima de mis vaqueros. Dejé de besarle y volví
a su cuello, dejando marcas por todos los rincones, lamiendo y
soplando, provocando que Danny se retorciera debajo de mí. Volví a
sus labios, tirando de ellos, mordiéndolos, introduciendo mi lengua
sin clemencia, escuchando pequeños jadeos que salían de la garganta
de Danny. Seguía besándole mientras él metía sus manazas dentro
de mi camiseta. El contacto con su piel me hizo estremecer. Con cada
caricia que me hacía yo me excitaba más. Tiró de la camiseta y me
la quitó. No contento con eso, dirigió sus manos al broche de mi
sujetador y una vez quitado y tirado, me dio la vuelta, poniéndose
él encima. Me miró durante un segundo y volvió a mi boca,
besándome sin ningún cuidado, haciéndome daño. Pero él sabía
que yo no me quejaría, los dos estábamos tan excitados que nos daba
igual si no controlábamos nuestra fuerza. Danny se quitó la
camiseta y pegó su pecho al mío, piel contra piel. Se desplazó
hasta mi oreja, dejando tiernos besos por mi mandíbula. Cerré los
ojos al sentir sus dientes morder el lóbulo de mi oreja. Después
bajó con húmedos besos hasta mi cuello, marcándolo como yo había
hecho antes con él. Danny gimió en mi cuello al sentir cómo
desabrochaba el botón de su pantalón y volvió a besarme
frenéticamente. Su lengua descendió a mis tetas, mordiendo y
lamiendo mis pezones, rozándolos con sus dedos y provocándome
gemidos que intentaba disimular, para que solo Danny me escuchara.
Sus besos fueron bajando por mi vientre hasta que se topó con mi
pantalón. Me miró como si me pidiera permiso y yo solo me mordí el
labio y clavé mi mirada en la suya, incitándole a que lo hiciera.
Él sonrió y desabrochó el botón y me bajó la cremallera con
demasiada lentitud, volviéndome loca. Tiró un poco del pantalón y
de las bragas y pasó su lengua por la zona que ahora estaba
descubierta. Me retorcí de placer con el contacto de su saliva. Tiró
un poco más del pantalón y se deshizo de él, llevándose también
las bragas. Ahora estaba completamente desnuda bajo la turbia mirada
de Danny que no dejaba de mirar mi cuerpo y de relamerse. Se quitó
lo que le quedaba de ropa y se situó entre mis piernas,
acariciándolas y apretándolas con avaricia, como si hubiese
esperado mucho tiempo a tenerlas para él. Recorrió mis muslos hasta
llegar a mis caderas, agarrándome y acercándome a él todo lo que
pudo. Con una mano acarició el interior de mi pierna. Yo le miré
pero en cambio él no dijo nada, solo me sonrió y siguió subiendo
su mano, rozando mi vello púbico e introduciendo en mi sexo uno de
sus dedos. Pero no tardó en meter un segundo dedo. Mientras me
masturbaba me lamía y succionaba el clítoris, acompasando los dos
movimientos. Danny me miraba de vez en cuando pero yo no le veía a
él porque tenía los ojos cerrados, disfrutando de las sensaciones
que me provocaba su lengua junto a su mano. Empecé a gemir más alto
y a mover todo mi cuerpo como si no pudiera estarme quieta. Danny,
satisfecho con mi reacción, volvió a mis labios, besándome
ardientemente, metiendo su lengua en mi boca y jugando, haciéndome
probar el sabor de mis propios fluidos. Bajó su mano, acariciando
todo mi cuerpo hasta llegar otra vez a mi sexo, separando mis piernas
y penetrándome despacio, sintiendo cómo entraba dentro de mí y
disfrutándolo. Me sujetó las manos por encima de mi cabeza y empezó
a aumentar el ritmo aumentando así mi placer. Cuando Danny notaba
que me tensaba, disminuía un poco el ritmo para que durara lo máximo
posible. Estaba siendo cruel conmigo pero los dos sabíamos que el
final sería infinitas veces mejor. Me besaba, me mordía el cuello,
yo le arañaba la espalda y él me gemía en el oído. Una gota cayó
sobre mi frente. Era su sudor y me gustaba. Me abracé muy fuerte a
él, enredando mis piernas a su cintura, apretando para sentirlo más
cerca. Danny hundió su cabeza en mi hombro sabiendo que no tardaría
en correrse. Cogí su cara con mis manos y le besé mientras él me
penetraba por última vez, lenta pero decididamente. Salió de mí
sin ninguna prisa y se tumbó a mi lado. Nos pusimos de lado para
poder mirarnos mejor y estuvimos en silencio recuperando el aliento.
Me acarició la mejilla llevándose parte de mi sudor y yo me acerqué
para besarlo una vez más antes de quedarnos dormidos.
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