"Como
te duermas te corto la picha"
En
qué mala hora le he hecho caso. Justo en la noche más fría, me
pide que vaya. Y yo, como un tonto enamorado voy. Parezco su perrito
faldero. "Doug, ven" y yo voy. "Doug, haz esto" y
el gilipollas de Dougie lo hace. Mi móvil vibra y abro el mensaje.
"Que
te esperes joder. Geo se está duchando"
Si
la gente supiese lo que estoy haciendo me señalarían y cantarían
al unísono lo pringado que soy. Pero es que soy incapaz de pararlo.
Cuando te enamoras, te enamoras. Si mi corazón palpita a mil por
hora cada vez que dice mi nombre, ¿qué puedo hacer? Pero ojala
fuera distinto. Todo el mundo sabe que soy gay. Fue duro salir del
armario, pero ahí estaban mis amigos y familia para apoyarme. Y tuve
la mala suerte de enamorarme del menos indicado. Danny no es gay.
Bueno, eso dice él. Delante de Tom y Harry se hace el duro y el
machito, pero cuando está a solas conmigo es el más ñoño de
todos. Me abraza, me da besos, me dice cosas bonitas y llora cuando
vemos alguna película romántica. ¡Y luego soy yo la nena del
grupo! Pero claro, Danny tiene que mantener su pose de tipo duro. No
quiere perder su estatus. Le gusta eso de tener a millones de tías
mojando sus bragas por él, que le inviten a discotecas por ser quien
es, que le regalen cosas... Y claro, siendo gay todo eso no lo
tienes. Se cree que si sale del armario dejará de ser ese dios
sexual que tantas veces hemos escuchado decir a las fans. Porque
claro, siendo gay no puedes serlo. Y lo peor de todo. Si saliese del
armario, tendría que dejar a Georgia y no está dispuesto a hacerlo.
Su relación es muy extraña, porque Danny y yo nos vemos a
escondidas, así que mucho no debe quererla. Pero él está empeñado
en que sí, que ella es con la que quiere pasar el resto de su vida y
bla, bla, bla. No sabe el daño que me hace cada vez que le escucho
decir eso. Me dan ganas de meterle la cabeza en el microondas hasta
que explote. Pero en el fondo me lo merezco. Podría acabar con esta
situación. Decir basta. Pero mi corazón no es capaz de dejarle. Le
amo, ¿vale? Danny es idiota, pero es mi idiota. Cuando estamos
juntos me hace reír y consigue que me olvide de toda la mierda que
nos rodea. Tenemos una relación muy complicada. Podría decirse que
destructiva, pero me da igual. Prefiero disfrutar de Danny a
escondidas que no hacerlo.
"Dime
que no te has ido, por favor. Enano, siento haberte hablado así.
Ven, por favor."
Es
el tercer mensaje que me envía. Estaba tan empanado pensando en lo
idiota que soy por estar ahí que no me he dado ni cuenta. Pero,
¿veis cuando digo lo adorable que es Danny? Sonrío como un bobo y
camino hasta la entrada intentando no hacer mucho ruido. Danny me
abre la puerta y puedo ver culpa en su rostro. Me está pidiendo
perdón sin palabras. Entro en su casa poniendo mi mejor cara de
cabreo y dejo que el pecoso se arrastre un poco. Puede ser divertido.
-
Lo siento Doug - susurra mientras me lleva hasta su estudio.
-
Esto tiene que acabar, Dan. No puedo seguir así - palidece y abre
mucho los ojos.
-
¿Qué? ¿Por qué? - cierra la puerta tras de sí y se acerca mucho
a mí. - Dougie, no me hagas esto. ¿Es por Geo?
-
Es por todo Danny - vale, creo que me estoy pasando. Su cara de
cachorrito degollado me está haciendo sentir muy culpable, así que
es mejor parar. - Pero puedes arreglarlo si esta noche me haces
sudar.
-
Eres idiota - suspira aliviado y me acorrala contra la puerta. - Así
que quieres sudar...
-
Aja - tenerlo tan cerca me pone nervioso. Sus labios están pegados a
mi cuello y sus manos ya están debajo de mi camiseta.
-
Veamos qué puedo hacer para que sudes - susurra y siento su aliento
chocar contra mi cuello.
Pega
su cuerpo al mío. Puedo sentirlo todo. Sus manos están por todas
partes. Me acaricia cada centímetro de mi piel. En un intento de
tomar yo el control, Danny me agarra de las muñecas y me da la
vuelta. Con una mano me aplasta la cara contra la pared y con la otra
desabrocha mi pantalón. Esa mano se cuela dentro de mis calzoncillos
y a la vez que pego un grito, Danny muerde en mi hombro.
-
Nada de gritos esta noche - susurra contra mi oído.
Gruño
y Danny ríe sutilmente. Los dos sabemos que Georgia puede
descubrirnos en cualquier momento, pero estamos tan excitados que
nada nos va a parar. Pone sus dos manos en mis hombros y comienza a
bajarlas, muy lentamente, haciéndome sufrir. Decide acompañar sus
movimientos con besos y pequeños mordiscos en mi cuello y hombros.
Odio que siempre tome él el control, pero es... tan... excitante.
Cuando termina el recorrido, me gira y ataca mis labios con ansia.
Pega su entrepierna a la mía y la mueve. Jadeo contra su boca y
vuelve a hacerlo.
-
Joder...
-
¿Quieres que pare? - me pregunta con esa mirada lasciva que solo yo
conozco. Bueno y su barbie.
-
Quiero que me folles - jadeo. - Ahora
Danny
enseña sus dientes en una sonrisa chulesca y vuelve a besarme. Se
deshace del resto de mi ropa y deja que yo haga lo mismo con la suya.
Le quito la camiseta y la dejo caer al suelo. Me agacho y le voy
bajando lentamente el pantalón junto a los calzoncillos. Me muerdo
el labio, impaciente por tenerlo dentro de mí. Danny me levanta y me
vuelve a apoyar contra la pared. Me separa un poco las piernas y se
pega a mí. Piel contra piel. Sus manos suben y bajan por mis
piernas. Cierro los ojos cuand noto cómo me va penetrando poco a
poco. Pero de repente para.
-
Quiero verte - me coge la mano y me lleva hasta el pequeño sofá que
hay en el estudio.
Se
sienta y me hace una seña para que yo haga lo mismo, encima de él.
¿Dónde está el Danny salvaje que me iba a follar hasta perder el
sentido?
-
No me mires así - dice con una sonrisa pura, bonita. Una sonrisa de
enamorado. - Quiero verte mientras hacemos el amor.
-
Quién eres tú y qué has hecho con Danny - le miro con una ceja
alzada y él simplemente me besa.
-
Déjame hacerte el amor esta noche, Doug.
Asiento
como un lelo y sin más dilación, dejo que se deslice en mi
interior. Suave, con delicadeza. Pone sus manos en mi cadera y me
ayuda con el sube y baja. No deja de mirarme. Yo me agarro a sus
hombros y me muevo a un ritmo lento, con cariño. Por primera siento
que de verdad me quiere. Sus ojos me lo dicen. No deja de sonreír.
Es como si estuviese feliz, muy feliz. Me inclino y le beso. Oh, qué
bien sientan sus besos. Deja de sujetarme la cadera. Con una mano
acaricia mi espalda y con la otra, agarra mi erección. Cierro los
ojos y echo la cabeza hacia atrás cuando noto cómo su mano comienza
a moverse. Son movimientos lentos, pausados. No quiere correr. Quiere
que dure, como si de esta forma me demostrase algo, pero no logro
saber el qué. Mis labios se pegan a los suyos mientras mi uñas se
clavan en sus hombros en un intento de ahogar mis gritos. Que Danny
me trate así es delicioso. Me siento especial, querido. Cuando noto
que el clímax está cerca, aumento el ritmo. Puedo ver que Danny
también está cerca del orgasmo, porque su nariz se arruga de una
forma especial. Y como si estuviésemos sincronizados, dejamos que
nuestros cuerpos se liberen a la vez.
Los
dos sonreímos no sé muy bien porqué. Estoy sentado a su lado y él
me abraza. Ninguno habla. Solo respiramos despacio intentando
recuperar la normalidad. Danny se levanta y me tiende la mano. Dudoso
se la agarro con fuerza y dejo que me lleve a donde quiera. Salimos
del estudio y llegamos a la entrada.
-
Dan, fuera hace frío. ¿No dejarás que salga así, verdad? - le
miro asustado y él sonríe y me señala las escaleras. - ¿Y qué
pasa con Geo?
Ni
caso. Tira de mí para que suba las escaleras y cuando llegamos a la
puerta de su habitación le detengo. Estoy muy asustado. ¿Qué
pretende? ¿Hacer un trío con su novia?
-
Doug, confía en mí - me besa dulcemente y después abre la puerta.
Entramos
y Danny enciende la luz. Mis ojos y mi boca se abren
desmesuradamente. No me lo puedo creer. Pegado a la pared hay un
enorme cartel en el que pone: "¿Quieres dormir conmigo esta
noche?".
-
¿Y Geo? - le miro atónito y veo cómo pone los ojos en blanco.
-
Doug, Georgia hace días que se fue - se acerca a la cama y se
sienta, esperando que yo haga lo mismo.
-
¿Por qué?
-
No quería seguir engañándola - da una palmada a su lado ya que ve
que sigo quieto en la puerta.
-
¿La has dejado? - asiente. - ¿Por mí?
-
Sí, Doug - se levanta y viene hacia mí. - Te quiero.
Me
besa dulcemente y en un arrebato de felicidad me pongo a dar saltos y
a gritar.
-
Para, Doug. Tengo vecinos - dice abrazándome por detrás, pero yo
estoy tan feliz que me da igual.
-
Lo has hecho - digo dándome la vuelta y mirándole. - ¡Has salido
del armario!
-
Para el carro, enano - se ríe al ver mi cara de confusión y me besa
antes de seguir. - No le he dicho a Geo nada de lo nuestro. Nadie lo
sabe...
-
Pero lo sabrán - digo como si conociese el futuro.
-
Lo sabrán - sonríe y me lleva hasta la cama. - Pero déjame primero
disfrutar de ti.
Me
tumba sobre la cama y vuelve a besarme, sin prisas, sin escondernos.
Por fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario