martes, 12 de agosto de 2014

Una loba en el armario

"Como te duermas te corto la picha"

En qué mala hora le he hecho caso. Justo en la noche más fría, me pide que vaya. Y yo, como un tonto enamorado voy. Parezco su perrito faldero. "Doug, ven" y yo voy. "Doug, haz esto" y el gilipollas de Dougie lo hace. Mi móvil vibra y abro el mensaje.

"Que te esperes joder. Geo se está duchando"

Si la gente supiese lo que estoy haciendo me señalarían y cantarían al unísono lo pringado que soy. Pero es que soy incapaz de pararlo. Cuando te enamoras, te enamoras. Si mi corazón palpita a mil por hora cada vez que dice mi nombre, ¿qué puedo hacer? Pero ojala fuera distinto. Todo el mundo sabe que soy gay. Fue duro salir del armario, pero ahí estaban mis amigos y familia para apoyarme. Y tuve la mala suerte de enamorarme del menos indicado. Danny no es gay. Bueno, eso dice él. Delante de Tom y Harry se hace el duro y el machito, pero cuando está a solas conmigo es el más ñoño de todos. Me abraza, me da besos, me dice cosas bonitas y llora cuando vemos alguna película romántica. ¡Y luego soy yo la nena del grupo! Pero claro, Danny tiene que mantener su pose de tipo duro. No quiere perder su estatus. Le gusta eso de tener a millones de tías mojando sus bragas por él, que le inviten a discotecas por ser quien es, que le regalen cosas... Y claro, siendo gay todo eso no lo tienes. Se cree que si sale del armario dejará de ser ese dios sexual que tantas veces hemos escuchado decir a las fans. Porque claro, siendo gay no puedes serlo. Y lo peor de todo. Si saliese del armario, tendría que dejar a Georgia y no está dispuesto a hacerlo. Su relación es muy extraña, porque Danny y yo nos vemos a escondidas, así que mucho no debe quererla. Pero él está empeñado en que sí, que ella es con la que quiere pasar el resto de su vida y bla, bla, bla. No sabe el daño que me hace cada vez que le escucho decir eso. Me dan ganas de meterle la cabeza en el microondas hasta que explote. Pero en el fondo me lo merezco. Podría acabar con esta situación. Decir basta. Pero mi corazón no es capaz de dejarle. Le amo, ¿vale? Danny es idiota, pero es mi idiota. Cuando estamos juntos me hace reír y consigue que me olvide de toda la mierda que nos rodea. Tenemos una relación muy complicada. Podría decirse que destructiva, pero me da igual. Prefiero disfrutar de Danny a escondidas que no hacerlo.

"Dime que no te has ido, por favor. Enano, siento haberte hablado así. Ven, por favor."

Es el tercer mensaje que me envía. Estaba tan empanado pensando en lo idiota que soy por estar ahí que no me he dado ni cuenta. Pero, ¿veis cuando digo lo adorable que es Danny? Sonrío como un bobo y camino hasta la entrada intentando no hacer mucho ruido. Danny me abre la puerta y puedo ver culpa en su rostro. Me está pidiendo perdón sin palabras. Entro en su casa poniendo mi mejor cara de cabreo y dejo que el pecoso se arrastre un poco. Puede ser divertido.

- Lo siento Doug - susurra mientras me lleva hasta su estudio.
- Esto tiene que acabar, Dan. No puedo seguir así - palidece y abre mucho los ojos.
- ¿Qué? ¿Por qué? - cierra la puerta tras de sí y se acerca mucho a mí. - Dougie, no me hagas esto. ¿Es por Geo?
- Es por todo Danny - vale, creo que me estoy pasando. Su cara de cachorrito degollado me está haciendo sentir muy culpable, así que es mejor parar. - Pero puedes arreglarlo si esta noche me haces sudar.
- Eres idiota - suspira aliviado y me acorrala contra la puerta. - Así que quieres sudar...
- Aja - tenerlo tan cerca me pone nervioso. Sus labios están pegados a mi cuello y sus manos ya están debajo de mi camiseta.
- Veamos qué puedo hacer para que sudes - susurra y siento su aliento chocar contra mi cuello.

Pega su cuerpo al mío. Puedo sentirlo todo. Sus manos están por todas partes. Me acaricia cada centímetro de mi piel. En un intento de tomar yo el control, Danny me agarra de las muñecas y me da la vuelta. Con una mano me aplasta la cara contra la pared y con la otra desabrocha mi pantalón. Esa mano se cuela dentro de mis calzoncillos y a la vez que pego un grito, Danny muerde en mi hombro.

- Nada de gritos esta noche - susurra contra mi oído.

Gruño y Danny ríe sutilmente. Los dos sabemos que Georgia puede descubrirnos en cualquier momento, pero estamos tan excitados que nada nos va a parar. Pone sus dos manos en mis hombros y comienza a bajarlas, muy lentamente, haciéndome sufrir. Decide acompañar sus movimientos con besos y pequeños mordiscos en mi cuello y hombros. Odio que siempre tome él el control, pero es... tan... excitante. Cuando termina el recorrido, me gira y ataca mis labios con ansia. Pega su entrepierna a la mía y la mueve. Jadeo contra su boca y vuelve a hacerlo.

- Joder...
- ¿Quieres que pare? - me pregunta con esa mirada lasciva que solo yo conozco. Bueno y su barbie.
- Quiero que me folles - jadeo. - Ahora

Danny enseña sus dientes en una sonrisa chulesca y vuelve a besarme. Se deshace del resto de mi ropa y deja que yo haga lo mismo con la suya. Le quito la camiseta y la dejo caer al suelo. Me agacho y le voy bajando lentamente el pantalón junto a los calzoncillos. Me muerdo el labio, impaciente por tenerlo dentro de mí. Danny me levanta y me vuelve a apoyar contra la pared. Me separa un poco las piernas y se pega a mí. Piel contra piel. Sus manos suben y bajan por mis piernas. Cierro los ojos cuand noto cómo me va penetrando poco a poco. Pero de repente para.

- Quiero verte - me coge la mano y me lleva hasta el pequeño sofá que hay en el estudio.

Se sienta y me hace una seña para que yo haga lo mismo, encima de él. ¿Dónde está el Danny salvaje que me iba a follar hasta perder el sentido?

- No me mires así - dice con una sonrisa pura, bonita. Una sonrisa de enamorado. - Quiero verte mientras hacemos el amor.
- Quién eres tú y qué has hecho con Danny - le miro con una ceja alzada y él simplemente me besa.
- Déjame hacerte el amor esta noche, Doug.

Asiento como un lelo y sin más dilación, dejo que se deslice en mi interior. Suave, con delicadeza. Pone sus manos en mi cadera y me ayuda con el sube y baja. No deja de mirarme. Yo me agarro a sus hombros y me muevo a un ritmo lento, con cariño. Por primera siento que de verdad me quiere. Sus ojos me lo dicen. No deja de sonreír. Es como si estuviese feliz, muy feliz. Me inclino y le beso. Oh, qué bien sientan sus besos. Deja de sujetarme la cadera. Con una mano acaricia mi espalda y con la otra, agarra mi erección. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás cuando noto cómo su mano comienza a moverse. Son movimientos lentos, pausados. No quiere correr. Quiere que dure, como si de esta forma me demostrase algo, pero no logro saber el qué. Mis labios se pegan a los suyos mientras mi uñas se clavan en sus hombros en un intento de ahogar mis gritos. Que Danny me trate así es delicioso. Me siento especial, querido. Cuando noto que el clímax está cerca, aumento el ritmo. Puedo ver que Danny también está cerca del orgasmo, porque su nariz se arruga de una forma especial. Y como si estuviésemos sincronizados, dejamos que nuestros cuerpos se liberen a la vez.

Los dos sonreímos no sé muy bien porqué. Estoy sentado a su lado y él me abraza. Ninguno habla. Solo respiramos despacio intentando recuperar la normalidad. Danny se levanta y me tiende la mano. Dudoso se la agarro con fuerza y dejo que me lleve a donde quiera. Salimos del estudio y llegamos a la entrada.

- Dan, fuera hace frío. ¿No dejarás que salga así, verdad? - le miro asustado y él sonríe y me señala las escaleras. - ¿Y qué pasa con Geo?

Ni caso. Tira de mí para que suba las escaleras y cuando llegamos a la puerta de su habitación le detengo. Estoy muy asustado. ¿Qué pretende? ¿Hacer un trío con su novia?

- Doug, confía en mí - me besa dulcemente y después abre la puerta.

Entramos y Danny enciende la luz. Mis ojos y mi boca se abren desmesuradamente. No me lo puedo creer. Pegado a la pared hay un enorme cartel en el que pone: "¿Quieres dormir conmigo esta noche?".

- ¿Y Geo? - le miro atónito y veo cómo pone los ojos en blanco.
- Doug, Georgia hace días que se fue - se acerca a la cama y se sienta, esperando que yo haga lo mismo.
- ¿Por qué?
- No quería seguir engañándola - da una palmada a su lado ya que ve que sigo quieto en la puerta.
- ¿La has dejado? - asiente. - ¿Por mí?
- Sí, Doug - se levanta y viene hacia mí. - Te quiero.

Me besa dulcemente y en un arrebato de felicidad me pongo a dar saltos y a gritar.

- Para, Doug. Tengo vecinos - dice abrazándome por detrás, pero yo estoy tan feliz que me da igual.
- Lo has hecho - digo dándome la vuelta y mirándole. - ¡Has salido del armario!
- Para el carro, enano - se ríe al ver mi cara de confusión y me besa antes de seguir. - No le he dicho a Geo nada de lo nuestro. Nadie lo sabe...
- Pero lo sabrán - digo como si conociese el futuro.
- Lo sabrán - sonríe y me lleva hasta la cama. - Pero déjame primero disfrutar de ti.


Me tumba sobre la cama y vuelve a besarme, sin prisas, sin escondernos. Por fin.

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