martes, 12 de agosto de 2014

Sexy results

¿No os ha pasado alguna vez que sentís el impulso de hacer algo pero sabéis que las consecuencias serán terribles? Eso es exactamente lo que me lleva pasando a mí desde que tenía quince años. Llevo seis años pensando en cómo sería tirarse a Danny Jones. No. No soy una fan histérica y con las hormonas revolucionadas. Conozco a Danny desde que estaba en el útero de mi madre. No os estoy tomando el pelo. Mi padre, Tom Fletcher, es uno de sus mejores amigos, o hermanos, como ellos suelen llamarse. Danny Jones es mi tío, aunque no de sangre, y por eso mismo una parte muy pequeña de mi cerebro me dice que no debería hacerlo o mi familia se romperá.

Dicen las malas lenguas que, como yo era el primer bebé de la banda, estaba más ilusionado que mis propios padres. Se pasaba todo el día cantando a la barriga de mi madre e incluso se preocupaba a todas horas por su estado. Quizá fue esa la razón de mi encaprichamiento; saber que estaba más pendiente de mí que de su propia esposa. O también puede ser porque yo era su sobrina favorita (o la única, porque el resto son chicos) y desde que tengo uso de razón me pasaba tardes enteras sentada en su regazo, practicando con la guitarra. ¿Que por qué no lo hacía con mi padre? Fácil. Nunca me ha gustado que mis padres me enseñen las cosas. Prefiero que sean mis tíos. Por eso sé jugar al fútbol gracias a ellos. Doug me enseñó a tocar el bajo y a amar a los reptiles, Harry me pegó un poquito de su ego y eso ayuda mucho a la hora de comerme el mundo y... otras cosas. Danny ha sido el que más me ha ayudado. Puede que no sea bueno en mates o historia, pero es el mejor en conquistar a las mujeres para llevárselas a la cama (aunque ya solo tenga ojos para su mujer... por desgracia). Mis primos nunca han querido sus consejos, así que yo me ofrecí para ser su aprendiz. Y después de años de práctica, ya es hora de probarlos con él, para que vea lo buen maestro que es.

No sé por qué empezó a ponerme mi tío. Lo único que sé es que desde que volví de mi viaje a Nueva York, solo pienso en provocar situaciones incómodas; faldas tremendamente cortas, botones de blusas que se abren repentinamente, pequeños jadeos o cruce de piernas a lo Instinto Básico. Solo me falta decidir el día en que mi tío se olvide por un momento de todo, me coja la mano, me lleve al cobertizo y me folle hasta perder el sentido.




Pica. Pica mucho. No puedo evitar revolverme entre las sábanas, agarrándome al pijama para no bajar mis manos hasta mi entrepierna. Pero es lo que más necesito en estos momentos. Necesito desesperadamente rascarme en mi zona más íntima. Maldita la hora en que me acosté con ese neoyorkino.

Tengo que olvidarme de ese dolor. Podría levantarme a por un vaso de agua y saciarme de alguna manera, pero seguramente mis padres me escucharían, se asomarían a la cocina y me harían un interrogatorio. Quizá... Podría... No. Es una locura masturbarse cuando tienes una enfermedad de esas. Sería muy raro y asqueroso. Tengo que pensar en otra cosa.

Miro el reloj y veo que son las tres de la mañana. Esto es una pesadilla. Ojala el picor desaparezca, pero no va a hacerlo por arte de magia. Necesito ir al médico, pero tampoco puedo pedirle a mi madre que me acompañe o me soltará la típica charla. ¿Y si llamo a Chris? No, también me juzgará. Además, si se lo digo a él, se lo contará a Danny y se pensará que soy una guarra de esas que se tira a todo lo que se mueve. Aunque igual eso me ayuda a que se fije en mí como una mujer...

Creo que voy a llamar a Chris. Él es mi mejor amigo, no tengo a nadie más. Cojo el móvil y me acomodo en la cama. Busco su nombre en la agenda y le doy a llamar. Aguanto la respiración hasta que una voz ronca me contesta.

- Más vale que te estén violando y descuartizando al mismo tiempo, porque llamarme a estas horas no tiene perdón.
- Christian no seas bruto - mi amigo nunca tuvo un sentido del humor muy normal.
- Oh, oh. Algo grave ha tenido que pasar. Solo me llamas Christian cuando has hecho algo muy gordo - mi mano vuela a mi entrepierna pero consigo detenerla a tiempo. - ¿Qué has hecho renacuajo?
- Jura que no se lo vas a contar a nadie - creo que no ha sido buena idea llamarle. - Júralo por todas tus guitarras.
- Niki me estás asustando.
- ¡Júralo! - grito desesperada pero no tardo en taparme la boca. Mis padres se han podido despertar. Me levanto y me acerco a la puerta. No se escucha ningún ruido.
- Lo juro, lo juro. Ahora, tranquilízate y cuéntame qué has hecho.
- Yo... En Nuevo York... - digo mientras vuelvo a la cama.
- Me estás asustando. ¿Estás embarazada? ¿Has matado a alguien?
- Ojala fuera eso... - Chris se ríe pero no tarda en darse cuenta de que no es ningún chiste.
- ¿Qué coño has hecho, Niki?
- Vale. Lo voy a decir muy rápido y tú ni me vas a cortar ni a juzgar, ¿entendido?
- ¡Dilo ya, joder!
- Cuando estuve en Nueva York me tiré a un tío y ahora me pica mucho... ahí... - me muerdo el labio y espero la reacción de mi amigo.
- Espera, espera. Me he perdido en lo de Nueva York - sonrío. Chris es como su padre; los dos tienen memoria de pez y no pueden retener demasiada información al mismo tiempo.
- A ver Chris. Te lo voy a repetir una sola vez. Follé con un tío y ahora tengo una de esas enfermedades sexuales. No sé cómo se llama, pero me pica mucho... ahí abajo.
- ¿No será que no te has duchado en varios días? - ríe y su risa me recuerda a su padre. ¿Por qué cada vez que pienso en Danny me olvido de todo lo que me rodea? Ese hombre me atonta.
- Chris, esto no tiene gracia. ¿Y si me muero?
- A ver, Niki, relájate. No soy médico pero no creo que eso te vaya a matar. Seguramente nadie quiera acostarse contigo mientras lo sigas teniendo, pero eso será todo.

Sus palabras se quedan grabadas en mi cabeza. ¿Nadie? ¿Tampoco Danny? Mierda. Tengo que quitarme esto para seguir con mi plan. Necesito estar con él. Necesito que me haga jadear como seguramente le haga cada noche a su mujer.

- ¿Niki?
- Eh... Sí, perdona. ¿Qué decías?
- Que si quieres puedo ir contigo al médico.
- Si no te importa... - me sonrojo y no sé por qué.
- Mañana no tengo nada que hacer. ¿Te recojo a las nueve?
- Vale - sonrío. Parece que esto se va a solucionar. - Gracias.
- No las des. Sabes que puedes contar conmigo, renacuajo. Ahora voy a colgar. Estaba soñando con una rubia que me hacía de todo y voy a concentrarme a ver si puedo volver a soñar con ella.
- Siento habértelo estropeado - escucho cómo Chris se ríe y yo sonrío. - Buenas noches, pervertido.
- No sería tan pervertido si tuviera novia.
- ¿Eso es una indirecta? - no puedo parar de sonreír.
- Sabes que a mi padre siempre le has gustado - me quedo helada. ¿Qué es lo que ha dicho? - Dice que eres perfecta para mí.
- Ah... Ya - respiro hondo para tranquilizar mi agitada respiración. - Dile a tu padre que solo saldré contigo cuando te quites esas asquerosas pecas.
- Eso es un golpe bajo - intenta hacerse el ofendido pero puedo notar una pizca de humor en sus palabras.
- Sabes que me encantan tus pecas - digo sin dejar que mi sonrisa desaparezca.
- Entonces, ¿qué tengo que hacer para que me beses?
- Buenas noches, Chris - digo divertida.
- Sí, sí. Tú cambia de tema, pero algún día conseguiré que me supliques que te bese. Y cuando lo hagas, yo te besaré, te desnudaré y te haré el amor hasta que me digas que sí.
- ¿Sí? ¿Sí a qué?
- Hasta que aceptes salir conmigo - mi sonría se ensancha. Sé que está jugando. Tan solo bromea, pero cuando me dice esas cosas, hace que me sienta especial.
- ¿Y si yo no te dejo que me beses, me desnudes y me hagas el amor?
- Lo harás. Oh, Niki, sé que lo harás - su voz se ha convertido en apenas un susurro. Se está quedando dormido.
- Buenas noches, pecoso. Diviértete en el mundo de los sueños. Y saluda a la rubia de mi parte - voy a colgar pero su última frase me descoloca.
- ... Esa rubia eres tú. Mi rubia - segundos después no escucho nada. Se ha quedado dormido.

¿Qué ha querido decir con eso? ¿Estaba soñando conmigo? Maldito degenerado. Mañana se va a enterar. Dejo el móvil en la mesita de noche y me recuesto en la cama. Necesito dormir un poco antes de enfrentarme con este desagradable problema.



Dos semanas han tenido que pasar hasta que los picores han desaparecido. El médico me dio una crema y me advirtió que si tenía relaciones sexuales con algún hombre, les contara mi situación. Fue bastante vergonzoso tener que escucharle. Aunque lo peor fue tener que soportar la risa de Chris durante todo el día. Pero por lo menos ya estoy curada y puedo volver a mi plan inicial: hacer que Danny caiga rendido a mis pies.

Este sábado la familia Jones organiza la barbacoa de todos los meses. Solo estamos invitados los Fletcher, los Judd y los Poynter. Nadie más tiene el privilegio de ver a mis tres tíos sin camiseta y haciéndose el machito delante de sus mujeres. Aunque a mí solo me interesa uno y estoy segura de que por fin él también se fijará en mí. No me quitaré la camiseta como hacen ellos, lo mío será diferente, pero espero que igual de efectivo.


Me levanto pronto. Estoy tan nerviosa que no he sido capaz de dormir en toda la noche. Hoy es el gran día así que tengo que estar perfecta. Me depilo a conciencia, me tiro tres horas en la ducha y me pongo el perfume que mi tío me regala todos los años por mi cumpleaños. Me pongo un vestido blanco, muy veraniego y demasiado corto. Seguro que mi padre se escandaliza al verlo, pero tengo la excusa de que no habrá ningún pervertido en la comida. Aunque él y yo sabemos que sus tres amigos son más peligrosos que un violador. Pero me da igual. Tengo piernas largas y bronceadas, ¿por qué no voy a poder lucirlas? Me maquillo sutilmente y antes de irme, meto unos cuantos condones en el bolso de mano que me regaló mi madre.

Bajo y busco a mis hermanos y a mis padres. Los encuentro en la cocina, recogiendo las últimas cosas para ir a casa de Danny. Mi padre me pasa una cesta y veo que hay varias botellas de vino. No sé por qué siempre compran vino si ellos son más de cerveza. Es como si pensasen en sus hijos, porque nosotros sí que somos de vino. Son tantas las botellas que no se darán cuenta si Chris, Alex (el hijo de Harry e Izzy) y yo nos bebemos una, ¿no? Los mellizos ayudan a mi madre con los refrescos para los niños y mi padre nos abre la puerta a todos para que salgamos y después la cierra. Aunque lo que llevamos pesa bastante, no cogemos el coche, ya que vivimos en la misma calle. Los siguientes siete minutos, mi padre habla con mi madre sobre su próximo viaje a América y mis hermanos hacen carreras de obstáculos para ver quién tira antes las latas de coca cola. Al final llegamos y, gracias al cielo, ninguno de los dos ha tirado ninguna. Entramos en el jardín y vamos directos a la parte de atrás.

- ¡Cómo no! ¡Los Fletcher tan puntuales como siempre! - Danny nos sonríe a los cinco y se acerca a nosotros para ayudarnos con las botellas. - ¿Qué tal está mi sobrina favorita?
- Perfectamente - sonrío coquetamente y sin que él lo vea venir le doy un beso en la mejilla pudiendo disfrutar durante unos segundos de su olor tan Danny. Pero para él todo eso es normal, así que pasa un brazo por mis hombros y me devuelve el beso. - Huele de maravilla.
- Tu tío, que es un gran cocinero - enseña todos los dientes al decirlo y cuando oye la réplica de su mujer lo único que hace es reírse.
- No le hagas caso - dice Geo saliendo de la cocina. - Las tres hamburguesas que ha hecho las ha quemado. Solo sirve para comérselas.
- También sirvo para otras cosas - le alza las cejas a su mujer y yo me muero de celos. Ojala me lo dijese a mí en vez de a ella.

Danny se acerca a Georgia y la abraza por detrás, apartándola de la barbacoa y segundos después le está comiendo la boca sin importarle que estemos nosotros delante. Dejo las cosas en el suelo y entro furiosa en su casa en busca de mi salvación. Subo a su cuarto y lo veo tirado en la cama, sin la camiseta y con los cascos puestos.

- ¿Qué escuchas? - me tiro a su lado y él me hace un hueco.
- Hola a ti también - se quita los cascos y los tira al suelo. - Pareces enfadada. ¿Ha pasado algo?
- Deja de conocerme tan bien - suspiro y me tapo la cara con el brazo.
- Si es que solo te falta echar humo por las orejas - se ríe él solo por su broma y luego me quita el brazo de la cara. - Eh. ¿Estás bien?
- Ojala pudiera desaparecer - giro la cabeza y le miro.
- ¿Y dejarme solo? - hace pucheros y consigue que sonría.
- Serías más feliz si yo no estuviera, créeme - Chris me mira mal, muy mal y se levanta de la cama. - ¿Qué?
- El día que dejes de pensar solo en ti nos harás un favor a todos - se pone la camiseta y sale de su habitación.

¿Qué acababa de ocurrir? Yo venía para que me consolara y lo único que había conseguido era que se enfadase conmigo. ¿De verdad Chris, mi mejor amigo, me veía así? No entendía nada. Recogí los cascos del suelo y me los puse. Por culpa de Chris había olvidado completamente mi plan. Pero después de lo que había pasado, mis ganas de tirarme a Danny se habían esfumado... solo un poquito. Chris y yo nunca nos habíamos peleado. ¿Y si se había cansado de mí? Tenía que hablar con él y arreglar las cosas. Tiro los cascos como él había hecho un minuto antes y bajo en su busca. Cuando llego al jardín veo que ya han llegado todos. Me acerco a la embarazadísima Izzy y la abrazo intentando contener las lágrimas.

- Estás muy guapa - le digo con una sonrisa fingida.
- Qué dices - pone cara de loca y eso me hace reír pero sin muchas ganas. - Tú sí que estás preciosa. Ese vestido te queda genial.
- No le digas eso a la niña que se lo pondrá más veces - le recrimina mi padre mientras reparte los vasos por toda la mesa.
- No te pega nada ser un viejo carca - las dos reímos y nos acercamos para sentarnos. - Tú no le hagas ni caso. Te tendrás que poner guapa para tu novio, ¿no? ¡Seguro que tienes mil chicos babeando por ti!

¿Por qué Izzy? ¿Por qué has tenido que decir eso? Yo me pongo roja como un tomate y miro disimuladamente a Danny. Danny no me mira, porque está muy entretenido sirviéndole vino a su mujer. En cambio, hay dos personas que sí me miran. Mi padre me mira intentando averiguar que mi tía se equivoca y que no es verdad eso de que haya hombres en mi vida. Su expresión ahora mismo dice "como toquen a mi niña, mato". Y la otra persona que me mira, pero con una expresión totalmente diferente es Chris. No sé muy bien descifrar su mirada. Diría que es una mezcla entre melancolía y decepción. ¿Por qué me mira así?

- ¿Comemos? ¡Me muero de hambre! - gracias Doug por cortar este horrible silencio.

Me siento entre Alex y Harry, lo más alejada posible de mi padre. No quiero que me dé la comida. Enfrente tengo a mis hermanos y al pequeño de los Poynter. Chris se encontraba en una de las esquinas, ni siquiera podía verle. ¿Por qué no se ha sentado cerca de mí? Y Danny en la otra esquina, genial. Hoy los Jones se han puesto de acuerdo para joderme la barbacoa. Menos mal que Alex es muy divertido y consigue que sonría de vez en cuando.

Cuando nos acabamos las mil hamburguesas que Georgia ha preparado, los niños entran corriendo dentro de la casa para ponerse sus bañadores y nosotros nos quedamos fuera, hablando entre nosotros o con nuestros padres. Pero las sillas del jardín son muy incómodas, así que de un modo muy sincronizado, nos movemos hacia la piscina y nos tiramos en las tumbonas para hacer la digestión. Es el momento perfecto para llevar a cabo mi plan.

Dejo que todos vayan primero hacia la piscina. Hago como que recojo un poco y cuando todos se han sentado, camino lentamente hacia ellos. Ya no llevo las sandalias. Me acerco a la piscina y mojo uno de mis pies. Voy andando muy despacio por el borde de la piscina hacia donde están todos, cierro los ojos y dejo que el solo pegue en mi cara y me caliente. Una brisa hace que mi vestido se mueva sutilmente. Cada vez estoy más cerca y sé que Danny no tardará en olvidarse de que soy su sobrina. Oiga la risa de los niños y sonrío. El momento esperado está cada vez más cerca. Doy un paso más y tras escuchar los chapuzones, abro los ojos y compruebo que mi vestido está completamente mojado. Me hago la sorprendida y miro hacia la zona de las tumbonas. Mi padre me mira con los ojos abiertos como platos. Está rojísimo y puedo ver en su expresión que lo único que quiere en ese momento es sacarme de allí y gritarme cuatro cosas. Mi madre y mis tías se ríen. No ven con maldad lo que acaba de pasar. Pero si vierais cómo me están mirando los otros tres, estaríais igual de seguros que yo de que en este preciso momento me desean. Harry parpadea y desvía la mirada, avergonzado, y la posa en sus hijos, intentando no pensar en lo que acaba de ver. Dougie hace exactamente lo mismo, pero más exageradamente. Se levanta de la tumbona y corre hacia la piscina para tirarse sin haberse quitado la camiseta, alegando que una avispa le persigue. Y Danny, el hombre que tanto ama a su mujer, sigue mirándome incluso cuando sus dos amigos han dejado de hacerlo. Nadie más se da cuenta de que lo está haciendo, solo yo puedo verlo. No para de boquear. Casi se le cae la cerveza y puedo ver cómo su expresión va cambiando poco a poco. Continúo caminando y me siento en la tumbona que hay libre. Danny me mira con disimulo y yo hago como que no le veo. Cojo la crema que hay en la mesita y me la pongo por todo el cuerpo. Ahora que mi padre no me ve, me subo un poco más el vestido, me tumbo y cierro los ojos, dejando que el sol caliente todo mi cuerpo.

Un rato después, abro los ojos y veo que todo sigue igual, menos Danny. Ya no me mira. Está enfrascado en una interesantísima conversación con mi madre. Levanto la cabeza y veo a Alex jugando con los pequeños. Ni rastro de Chris. Me levanto para coger algún refresco y veo una nota aplastada por la crema.

"Ve al garaje"

Sonrío al reconocer la letra de Danny. Seguro que está disimulando para que nadie sospeche. ¿Cuándo habrá dejado la nota? ¿Me habré quedado dormida? La doblo y la meto en mi sujetador sin que nadie me vea. Paso al lado de Danny y le dedico una sonrisa. Él me la devuelve y después sigue hablando con mi madre. Ay mamá... Si supieras lo que me va a hacer dentro de unos minutos no le estarías hablando tan tranquila.

Dejo atrás el jardín y salgo a la parte delantera. Mi pulso se acelera. Seguro que en estos momentos Danny le está poniendo alguna excusa a mi madre para venir aquí. Abro la puerta del garaje y entro. Me siento extraña, como si fuese a hacer algo ilegal. Adoro esta sensación. Mientras espero a Danny, cotilleo todas las cajas que hay por los estantes. Ropa, muebles viejos, juguetes y alguna guitarra destrozada. Sigo observándolo todo cuando de repente escucho la puerta abrirse.

- Espero que la excusa haya sido buena - digo mientras me doy la vuelta.
- No me ha hecho falta. Nadie me prestaba atención.
- ¿Qué haces tú aquí? - sorprendida me pego a la pared, como si fuese un violador.
- No pensarás de verdad que mi padre iba a venir, ¿no? - ríe y se acerca a mí.
- No entiendo... Él... - intento buscarle una explicación pero estoy tan nerviosa que no lo consigo.
- Estás tan ciega, Niki... - niega lentamente y se apoya en su coche. - He visto cómo te miraba mi padre y cómo le mirabas tú.
- ¿Yo? - mierda, mierda, mierda.
- Te conozco desde que naciste. A mí no me puedes ocultar nada - se echa el pelo hacia atrás y sonríe. - Mi padre es un hombre y como todo hombre se empalma si le ponen una tía buena delante.
- ¡Christian! - me siento desnuda ante su mirada. Y lo peor de todo es que no sé si eso me gusta o no.
- ¿Qué? - se encoje de hombros y da un paso hacia mí. - Tú lo sabes mejor que nadie. Tienes un cuerpo que muchos hombres desearían probar.
- No me mires así - me tapo con los brazos e intento alejarme.
- Mi padre nunca lo hará - da otro paso. Cada vez estamos más cerca.
- Eso no lo sabes - tartamudeo y esquivo su mirada. Me estoy poniendo muy nerviosa.
- Sí que lo sé - un último paso y me acorrala con sus enormes manos. Ya no hay escapatoria.
- ¿Por qué? - digo en un susurro intentando no mirarle.
- Porque sabe que te quiero - sus palabras me cortan la respiración durante un instante.
- Yo...
- Ya sé que tú no te has dado cuenta de todas mis indirectas - da un golpe contra la pared y yo me asusto. - Joder, Niki. Esto no tenía que haber sido así.
- ¿Qué? - le miro a la cara y parece nervioso.
- Se suponía que esta noche yo te invitaría a salir. Te llevaría a ver esa peli que tantas ganas tienes de ver y luego te besaría después de decirte que te quiero - parece tan sincero y tan real que asusta. Y lo que más me asusta es lo que yo respondo.
- Pues bésame ahora - me mira desconcertado. No se lo cree. - Chris, bésame.
- No, Niki. Tú no quieres que te bese - pega su cuerpo al mío y me mira con mucha intensidad. - No es a este Jones al que quieres.
- Bésame antes de que me arrepienta - mi amenaza surge efecto y pega sus labios a los míos.

Con una mano me agarra la cintura y con la otra comienza a acariciarme la pierna, provocándome mil descargas. Sube sutilmente mi vestido y un jadeo sale por mi boca. Le miro fijamente a los ojos y veo el deseo que me hubiera gustado ver en los ojos de Danny. Me siento tan frustrada y enfadada que decido atacar antes de que de verdad me arrepienta. Le agarro de la camiseta y le pego a mí. Paso mis brazos por su cuello y enredo mis dedos en su cabello mientras él sigue acariciando mis piernas por debajo del vestido. No puedo parar de besarle. Es como si lo necesitase, como si lo hubiese estado esperando. Toda esta situación es muy extraña, pero no quiero que se detenga. Con un ágil movimiento, enrosco mis piernas alrededor de su cintura y eso hace que estemos más pegados. Sus caricias no cesan. Yo me esperaba algo más rudo, más violento, pero la delicadeza con la que lo hace me gusta. Se mueve a ciegas hacia la derecha, buscando algo donde apoyarme y se tropieza con una de las cajas. Dejo de besarle por unos instantes y me río de lo nervioso que se ha puesto de repente.

- Están todos borrachos - le digo para calmarle. - No creo que nos escuchen.

Vuelvo a su boca y le beso con una pizca de ternura pero sin dejar de lado la lujuria. No sé cómo hemos llegado hasta su coche. Solo sé que está frío y que el contacto con mi culo hace que pegue un grito. Chris muerde mi labio y con la mirada me advierte que no lo vuelva a hacer o nos pillarán.  Me tiende sobre el capó del coche y se inclina sobre mí, sujetándome por la cadera y buscando desesperado mi boca, como si no pudiese estar mucho tiempo separado de ella. Con una mano sube ligeramente el vestido y desliza un dedo por mi muslo hasta llegar a mis bragas. Un simple roce y todo mi vello se eriza. Chris sigue moviendo el dedo por encima de esa pequeña prenda y yo me revuelvo debajo, mordiéndome el labio para no gritar. Muevo mi cuerpo para que continúe sus caricias pero él se detiene, sabiendo lo que ha conseguido con tan poco. Necesito más. Quiero que me lo dé todo. ¡Lo necesito! Chris parece entender mi muda protesta y lleva la otra mano hasta el interior de mi vestido. Agarra con dos dedos las bragas y tira de ellas, arrancándome un gemido al mismo tiempo. Vuelve a advertirme con la mirada que no lo repita o tendrá que hacer algo al respecto. Me gusta este nuevo giro. Ya no es Christian el achuchable y que besa con delicadeza. Sus movimientos se han vuelto más ardientes y juguetones. Todo lo que buscaba en Danny lo estoy encontrando en su hijo. Sonrío con picardía y le atraigo hacia mí para que me bese, pero él se toma con tranquilidad. Mientras desliza las bragas por mis piernas, clava sutilmente sus uñas en mi piel, haciendo que me estremezca por el dolor a la vez que me revuelvo de puro placer.

- You nasty boy - sonríe mientras termina de sacar mis bragas y las tira al suelo.

Una vez se ha deshecho de ellas, deja que le acerque a mí y le bese. Sus besos se han convertido en algo grotesco. Ya no son dulces, ni transmiten cariño ni ternura. Está deseando follarme. Y yo no voy a ser quien se lo impida. Le quito la camiseta y admiro su perfecto pecho. ¿Por qué nunca me había fijado en lo bueno que está? Mucho mejor que su padre. Le acaricio con avaricia, queriendo tocar cada rincón de su cuerpo. Pero no tardo en acercarle de nuevo para besarle. Chris aprovecha y se desabrocha el pantalón. Oigo cómo desliza la cremallera y mi pulso se acelera. Saca un condón de un bolsillo y se lo pone. Menos mal que tiene, sino me tocaría salir a por mi bolso. Enrollo mis piernas a su alrededor y antes de penetrarme, me mira un instante. No me está pidiendo permiso. No quiere saber si me arrepiento o no. Simplemente quiere verme mientras se clava en mi interior. Sujeta mis manos por encima de mi cabeza y lentamente me penetra y ambos empezamos a movernos de una forma suave y acompasada. Es como si tuviésemos todo el tiempo del mundo para disfrutar. Ninguno de los dos piensa en lo que está pasando fuera de esas cuatro paredes. Estamos demasiado ocupados disfrutando de estas sensaciones. Pero Chris no tarda en convertir sus movimientos en algo salvaje y hasta podría decir que indecente. No suelta mis muñecas. Seguro que acaba dejándome marca, pero no me importa. Solo puedo dejarme llevar e intentar que mis gemidos solo los escuche él. Pero el ruido que está haciendo el coche por los golpes de Chris empieza a ser muy audible, lo que hace que me excite más. Chris deja mis enrojecidos labios para morder y lamer mi cuello, hombros, pechos; todos los lugares donde quiere dejar su marca. Siento que voy a explotar, así que gimo para que Chris me mire y me bese para no acabar chillando y que todo el vecindario se entere. Mueve su cadera de una forma lenta pero certera y mi cuerpo se arquea, liberando toda mi tensión y quedando exhausta. Chris no tarda en seguirme. Me mira y puedo ver que vuelve a ser el Chris achuchable. Antes de salir de mi interior, se acerca y me da un beso tremendamente tierno y suave. Nada comparable a los anteriores. Sonrío embobada por ese gesto y él se ríe. Se quita el condón y lo tira a la papelera sin importarle que sus padres lo puedan encontrar. Me pasa las bragas y coge su camiseta para ponérsela.

- Salgo yo primero y luego tú - digo mientras me miro en el espejo del coche y me intento adecentar.
- ¿Te avergüenzas de mí? - se ríe con esa risa tan Jones y me la contagia.
- Sabes que sí - sonrío y Chris se acerca a mí y me roba un beso.
- Anda, sal ya o tu padre vendrá a por ti - me da otro beso y cuando me alejo hacia la puerta me da una palmada en el culo, seguida de su risa.


Respiro hondo y rezo para que nadie note nada. Entro en el jardín y veo que todos están en la misma posición que antes de que desapareciésemos. Noto que Chris camina detrás de mí y me pongo nerviosa. Es un Jones, tiene el don de cagarla siempre. Paso al lado de Danny, me sonríe y después veo cómo le guiña un ojo a su hijo. Espera. ¿Danny sabía lo del garaje?

I've just have sex and it felt so good

Me levanté de la cama sabiendo que iba a ser un gran día. Me puse unos calzoncillos de Danny y un sujetador y salí al pasillo para dirigirme al baño. Pero justo cuando abrí la puerta de mi habitación choqué con Tom. Sí, hacía una semana se había mudado a nuestra casa porque la suya estaba en obras. Me miró de arriba abajo y se le escapó una risilla.

- Si hubiese sabido que ibas a estar por aquí me hubiera puesto mis mejores galas, señor Thomas - le dije dedicándole mi mejor cara de asco mañanera.
- No, si estás muy bien así. Pero eso me recuerda a vuestros gritos de anoche y me hace gracia - terminó de hablar y siguió su camino por el pasillo.
- ¿Gracia? Tom, que tu mejor amigo se tire a su novia no te puede parecer gracioso... - me crucé de brazos y esperé a que se diera la vuelta.
- Me hizo gracia cuando le soltaste alguna guarrada y Danny se rió. Vamos, la mini pelea que hubo - y al recordarlo se descojonó.
- Tom, Tom, Tom. Tenemos que buscarte una novia o follamiga pero ya - me mantuvo la mirada por un instante y se dio la vuelta para irse.

Me metí en el baño y me desnudé. Necesitaba una ducha para desentumecer los músculos después de una noche de pasión. Sabía que Danny volvería por la noche, así que tenía muchas horas para prepararlo todo. Después de suplicarle varias veces a Tom que se buscara un plan, aceptó. Aunque le tuve que prometer que le haría el desayuno durante una semana.

Limpié un poco toda la mierda que estos dos iban dejando por toda la casa y mandé a los perros a casa de Vicky. Necesitaba la casa libre de seres vivos. Cambié las sábanas y puse unas de seda. Cuando follábamos me importaba bien poco, pero todo tenía que estar perfecto.

Me volví a encerrar en el baño y me depilé a conciencia. Piernas, perfectas. Axilas, perfectas. Ingles, perfectas. Me puse el tinte en el pelo para tenerlo brillante y mientras dejaba que hiciera efecto, fui al armario y cogí la ropa que me había comprado a escondidas para esa noche.

A las siete de la tarde yo ya estaba preparada, pero faltaba hacer la cena. Nunca había hecho sushi, pero como sabía que a Danny le gustaba, me puse manos a la obra. Todo lo que conseguí hacer en la primera hora tuve que tirarlo, estaba asqueroso. Menos mal que después le cogí el truco y empezaban a saber mejor.

Dos horas después comprobé que todo estaba perfecto. Tenía que darme prisa si quería estar lista para cuando Danny abriera la puerta. Me pegué una ducha rápida y me puse un albornoz para no coger frío. Justo en ese momento llamaron al timbre. Abrí la puerta y sonreí a Lara. Había venido para ayudarme con una cosa.

- Gracias por venir - le dije mientras nos metíamos en el comedor.
- De nada peque. Para eso estamos las amigas - me sonrió y me sujetó el albornoz cuando me lo quité. - Creo que Danny después de lo de esta noche te pedirá matrimonio.
- Anda loca, no digas tonterías y ayúdame a colocarme todo esto.

Me tumbé en la mesa del comedor y Lara empezó a cubrirme el cuerpo con el sushi que yo había preparado. Los pezones me los cubrió con pequeñas flores comestibles. Y desde el cuello hacia abajo puso un caminito de trozos de sushi. Menos mal que Lara aceptó ayudarme, si no me hubiera tocado pedírselo a Harry y no hubiera sido muy buena idea.
Cuando ya estaba con toda la comida puesta, le indiqué a Lara que pusiera una tarjeta encima de la mesa del recibidor y ella, antes de irme me deseó suerte. Cuando escuché cerrarse la puerta empecé a ponerme nerviosa. Danny y yo llevábamos tres años y nunca habíamos hecho nada parecido. Una de nuestras broncas era por eso, él decía que yo no me preocupaba por la relación. Y yo le amaba. Él era lo más importante para mí y quería demostrárselo.

Pero las llaves interrumpieron mis pensamientos. Ya no podía echarme para atrás. Si no le gustaba, pues...

- ¿Cariño? - me encantaba cuando Danny me llamaba nada más entrar.
- No seas impaciente amor. Lee la nota que hay a tu izquierda - aunque no lo tuviera delante podía ver perfectamente su cara de confusión y eso me hizo sonreír.

Silencio. No se escuchaba nada y eso me inquietaba. Pero no tardé en escuchar unos pasos acercarse. Y lo que oí después fue la risa tan escandalosa de mi novio.

- Espero que aparte de reírte disfrutes de tu cena - intenté mover mi cabeza para verle pero me fue imposible.
- Yo también te quiero princesa - supuse que me lo dijo por lo que ponía en la nota, así que sonreí y esperé a que terminara de acercarse.

Danny observó todo mi cuerpo. Se relamió y no esperó ni un segundo más. Fue directo a mis labios. Ahí no tenía comida, pero al igual que él, era lo que más deseaba en aquel momento. Me miró a los ojos y yo asentí. Entonces comenzó una especie de cena mezclada con cosquillas que me hacía Danny con su lengua. De vez en cuando, volvía a mis labios para darme a probar del sushi. Me encantaba el Danny tierno, aunque también me volvía loca el Danny salvaje.

Se comió una de las flores y después degustó el pezón que se encontraba debajo. Era muy gracioso verle comer sin utilizar las manos, ya que estaban ocupadas en acariciar la piel de mi cuerpo que iba quedando libre. Cogió con la boca el trozo de sushi que había justo debajo de mi ombligo y después se llevó con su lengua todos los restos de comida que había hasta mi cuello. Eso me excitó muchísimo. Como mis brazos ya estaban liberados, le agarré de la camiseta y le obligué a que me besara. Danny se rió bajo aquel beso y volvió al ataque. Acarició mis piernas y dirigió su boca al último lugar donde había comida. Pero pareció gustarle más lo que había debajo, ya que cogió el sushi con los dedos y dejó que me lo comiera yo mientras él se entretenía recorriendo con su lengua todo mi coño.

Cuando vi que Danny había terminado de cenar, me levanté y cogí una venda, poniéndosela a Danny. Empezó a hacer el tonto y por culpa de eso se dio un golpe en el pie. Me empecé a reír muy alto y él se acercó y me atrapó entre sus brazos.

- ¿Puedo saber a qué se debe todo esto? - él tenía los ojos vendados, pero parecía como si me estuviera mirando.
- Te quiero. ¿Hace falta algo más? - vi cómo Danny sonreía y tuve que besarle. Porque esas sonrisas conseguían derretirme.
Le cogí la mano y lo llevé hasta nuestra habitación. Lo senté en la cama y volví corriendo a la cocina. Cogí una cosa de la nevera y me puse la ropa que había dejado en el sofá. Unos minutos después aparecí en la habitación y vi a Danny tumbado en la cama.

- Espero que no te hayas dormido, porque lo que viene ahora te va a gustar - al oír esto, Danny se levantó de un salto e intentó acercarse.

Volví a empujarle hasta la cama y le obligué a sentarse. Danny empezó a tocarme y descubrió que ya no iba desnuda. Intentó quitarse la venda pero yo no le dejé.

- Tienes que esperar. Primero quítate los pantalones - le ordené.
- Sí mi capitana - me reí ante su comentario y acto seguido me obedeció.

Tumbé a Danny y empecé a acariciar su polla ya con un tamaño considerable. La lamí un par de veces y le miré. Tenía la misma sonrisa traviesa que ponía siempre que le hacía una mamada. Cogí el bote de nata que había cogido antes y lo agité. Danny dejó de sonreír por un momento intentando averiguar qué era ese ruido y cuando lo hizo, empezó a reírse y a negar con la cabeza.

- ¿Eso es lo que creo que es? - dijo sin dejar de sonreír.

No le contesté, simplemente apreté el bote y lo rocié por su polla, notando un estremecimiento por su parte. Solo salió un poco de nata. Acerqué mi lengua y lamí por donde había caído. Danny echó la cabeza hacia atrás y soltó un suspiro. Volví a repetir la jugada pero dejando que cayera un poco más de nata. Me metí toda la polla en la boca y disfruté esa mezcla de sabores. Sin duda tenía que volver a repetirlo. Lo hice un par de veces más y empecé a poner nata por su tripa, subiendo por sus pectorales y acabando en su cuello.

- Quiero probarla - dijo Danny en mi oído.

Fui a ponerle el bote cerca de la boca, pero se me ocurrió una idea mejor. Me puse nata en mi boca y le besé, jugando con su lengua y dejando que lo disfrutara. Me separé de él y me dirigí a su polla, haciéndole una mamada mientras le echaba nata de vez en cuando. Cuando se terminó el bote, lo tiré por la habitación y le cogí la polla con una mano. Danny ya no sabía ni cómo ponerse. Con una mano agarraba las sábanas y con la otra buscaba desesperadamente mi pelo. Por fin lo encontró y lo agarró haciendo que yo también soltara un gemido.

Sabía que Danny no tardaría en correrse, así que solté su polla y me acerqué a él para darle un beso demasiado sensual, mordiendo sus labios. Le quité la venda y Danny pestañeó un par de veces.

- Te voy a quitar ese picardías con los dientes - la mirada de Danny pedía a gritos follarme salvajemente, pero yo no le hice caso.

Me levanté y me dirigí a la cómoda donde estaba la minicadena. Le di al play y empezó a sonar Feeling good de Nina Simone. Incluso lo había dejado preparado para que empezara en la parte más sensual de la canción.

Danny se acomodó en la cama y disfrutó del baile. Me di la vuelta y empecé a moverme muy provocativamente. Me giré y le miré, sabiendo que con cada paso que yo daba Danny se excitaba un poco más. Me bajé el tirante del picardías y lo acompañe con un gemido. Hice lo mismo con el otro y paré para volver a ver Danny. Pude ver que tragaba sonoramente y no me quitaba sus ojos de encima. Continué bailando sensualmente mientras me iba quitando poco a poco el pequeño vestido. Cuando tocó el suelo se lo lancé a Danny, con la suerte de que le tapó la cara. Me reí al ver cómo él se lo quitaba y después de oler mi aroma impregnado en el picardías, lo tiró bien lejos. Solo me quedaban unas bragas bien diminutas. Ya había cambiado de canción, pero Danny no pareció darse cuenta.

- Espera - dijo mientras se levantaba. - Quiero hacerlo yo.

Quité mis manos y dejé que lo hiciera él. Se agachó y me acarició una pierna y después otra. Pero volvió a levantarse, y con una mirada muy ardiente, me cogió y me tiró en la cama, poniéndose encima de mí. Me besó y recorrió con su lengua y sus manos todo mi cuerpo hasta llegar a las bragas. Las mordió y con ayuda de una mano empezó a bajarlas poco a poco. Ahora era yo la que le pedía que terminara de una vez. Se deshizo de ellas y volvió a besarme.

No tardé mucho en notar la polla de Danny dentro de mí. Al principio iba despacio, como siempre, pero yo quería más.

- Más... rápido... - pude decirle antes de Danny me callara con un beso.

Se apoyó en mi cuerpo y empezó a follarme como la noche anterior. No paraba de gemirme al oído y eso no ayudaba nada. Mi vista empezó a nublarse, no podía pensar con claridad. Pero le paré. Hice que se sentara y yo me puse encima de él, tomando yo el control. Danny seguía repartiendo mordiscos por donde podía y yo me agarraba a su espalda para sentirlo más cerca si era posible.

Cuando noté que el deseado orgasmo llegaba, me abracé muy fuerte a él y grité su nombre en el momento justo. Segundos después Danny se corría dentro de mí. Caímos exhaustos en la cama y yo me apoyé en su pecho, notando cómo disminuía su respiración. Danny me dio un beso en la frente y con un dedo empezó a acariciarme la espalda sudorosa.


- Quiero follarte hasta el final de los días - me dijo Danny en un susurro y yo sonreí.

Melt me slowly down like chocolate

Me voy a cagar en la madre que parió al que inventó los días malos. Primero, el autobús ha pasado por un charco y me ha destrozado el perfecto vestido que había elegido para la entrevista. Una vez me he cambiado, he ajado a la calle con una nueva sonrisa llena de ilusiones y la vieja del tercero se ha hecho la víctima para que le acompañe al podólogo. ¿Y sabéis lo mejor? ¡Me he tenido que meter con ella en la sala del médico y ver sus asquerosos pies! Pero la cosa no ha acabado ahí. Cuando he conseguido llegar a la librería, el dueño ha salido llorando desconsoladamente y me ha dicho que la entrevista se cancelaba porque "su  queridísima perrita Lady Di" había fallecido. Y si pensáis que nada más podía pasarme, os equivocáis. Cerca de mi casa hay una pastelería con los mejores pasteles de chocolate del mundo. Tenía la esperanza de que eso me animase después de este día tan bonito, pero hoy la suerte no estaba de mi lado. La vieja del tercero se había llevado el último trozo de mi pastel. ¿Os lo podéis creer?

Subo las escaleras del viejo y apestoso edificio en el que vivo para no tener que encontrarme con la vieja roba pasteles. Cuando voy por el tercero, acelero al ver que la puerta del ascensor se va a abrir. Si me la encuentro, la mato. Y después le robo mi pastel. Llego a casa con el corazón a mil por el sprint que acabo de hacer. Meto la llave con fuerza, maldiciendo a la vieja cerradura que no quiere poner de su parte. ¡Quiero mudarme de esta estúpida casa! Logro abrir la puerta dando un empujón con el hombro y compruebo que ni Luna ni Toulouse vienen a darme la bienvenida. Genial.

- ¿Ya estás aquí? - dice una voz desde el estudio.
- No. Un loco me ha matado. Soy un fantasma y he venido para que vayas a por mi cuerpo. No quiero que se lo coman las ratas - oigo su estúpida y estruendosa risa y bufo.
- ¿Mal día? - veo a Danny salir de su escondite y se apoya en la puerta con una expresión divertida.
- Quita esa sonrisa si no quieres morir - voy a la cocina y abro el congelador. Cruzo los dedos para que haya helado. Pero no queda. - ¿Cómo osas comerte MI helado de chocolate?
- Ups... -sigue riéndose de mí. - ¿No has comprado pastel?
- La estúpida vieja se me ha adelantado - gruño y rebusco por los armarios.
- ¿Qué buscas? - se acerca lo suficiente para observarme mejor pero sin correr ningún riesgo.
- Tu virilidad - le miro con mucho odio y él intenta disimular malamente una risita.
- Mejor me voy - pero no lo hace. Se acerca disimuladamente sin que le vea y me da un mordisco en el cuello.
- ¡Ay! - me doy la vuelta y le miro. - ¿Qué crees que estás haciendo?
- Intentando calmar a la bestia - pongo los ojos en blanco y él me acorrala contra la encimera.
- No tengo ganas de jugar - coloco las manos en su pecho para apartarle, pero él me las coge y las pone detrás de mi cuerpo. Genial, no puedo moverme.
- Eres una mala novia - dice mientras desliza su lengua por mi cuello.
- ¿Yo? - doy un respingo cuando su cadera choca contra la mía.
- Ni un "hola cariño, qué tal estás" - dice imitando mi voz. - Ni siquiera me has preguntado por la canción. ¿Te acuerdas que llevo diecisiete días encerrado en ese cuchitril componiendo una canción?
- Mierda... - Danny sonríe vencedor. - Lo siento cielo. Mi día ha sido tan horrible que me he olvidado por completo de ti.
- Ya veo - pone sus labios en mi cuello y todo mi cuerpo se estremece. - Está terminada.
- ¿Lo has conseguido? - asiente y de repente todo mi enfado se esfuma. - Estoy orgullosísima de ti, Danny.
- Lo sé - sonríe con petulancia y lentamente se acerca a mis labios. - ¿Lo celebramos?
- Primero quiero escucharla.

Danny sonríe y me coge la mano para llevarme hasta su estudio. Se sienta en el pequeño piano que tenemos y me indica que le acerque su armónica. Antes de poner los dedos sobre las teclas, me mira una última vez. Está nervioso. Lleva mucho tiempo con esta canción y quiere que sea perfecta. Respira profundamente y entonces empieza a tocar una preciosa melodía.
Todo mi vello se eriza. Ver a Danny tocar el piano es una de mejores cosas que hay en este mundo. Pero oírle cantar, con esa voz tan particular y preciosa que tiene, logra atraparte e hipnotizarte. No puedes dejar de escucharle. Esa pasión que pone cuando canta, consigue transmitirla. Y creo que esa es la razón por la que estoy llorando. No me detengo hasta que Danny se aparta ligeramente del piano y me mira expectante.

- ¿Y bien? - se quita la armónica y me hace un gesto para que me siente en su regazo. - Espero que no estés llorando porque haya sido horrible...
- Todo lo contrario, Dan - le miro con una sonrisa tímida y él me acaricia la mejilla, llevándose así las últimas lágrimas. - Es preciosa.
- ¿Te gusta? - asiento rápidamente y él sonríe feliz.
- Pero tú triunfarás, Danny. Lo sé - me mira desconcertado y tarda un segundo en entenderme. - No fracasarás como los de la canción.
- Yo seré feliz mientras logre hacer feliz a los demás con mis canciones - me da un beso muy dulce y después me abraza.
- ¿Vas a llorar? - noto cómo bufa y deja de abrazarme.
- Gracias por romper este bonito momento - me mira divertido y después me da una palmada en el culo para que me levante.
- Seguirías siendo todo un hombre aunque lloraras - le digo para picarle.
- ¿No íbamos a celebrarlo? - se levanta del taburete y se acerca a mí.

Me empuja con la mirada hacia la puerta. Una sonrisa involuntaria se instala en mi rostro al saber lo que va a ocurrir. Nada de sexo en la cama como dos ancianos. Nuestras celebraciones, digamos que son... diferentes. La sonrisa lobuna de Danny consigue erizarme toda la piel, y ni siquiera me ha tocado. Da un paso hacia mí y yo retrocedo. Se toca el pelo en un acto de distracción, pero yo soy más lista. Giro sobre mis talones y corro hacia la otra punta de nuestro diminuto piso. No hay escapatoria.

- ¿Te vas a resistir? - Danny se acerca a mí en dos zancadas y me observa de brazos cruzados.
- Me gusta jugar - ronroneo y me apoyo contra la pared.
- Que gane el mejor - otra zancada más y se para delante de mí. Escasos centímetros nos separan. - Quiero desnudarte.
- No tan rápido, vaquero. Primero tendrás que cogerme - me escabullo soltando un pequeño grito y mientras huyo, puedo escuchar su risa.

Me escondo en el baño. Único cuarto con pestillo, pero aún así no lo utilizo. ¿Qué gracia tendría? Me meto en la ducha y espero impaciente y con la respiración agitada a que venga a por mí. Cuando veo que pasan los minutos y él no aparece, asomo la cabeza y le veo parado en la puerta.

- ¿A qué esperas? - le insto para que se meta conmigo y "me atrape".
- Es divertido ver cómo haces todo este paripé aunque ya sepas cómo va a acabar - se muerde el labio para no reírse y da un paso para acercarse a mí.
- Eres un aguafiestas - salgo de la ducha y entonces me fijo en que lleva algo en las manos. - Oh.
- Veo que te acuerdas - levanta la mano derecha y deja que observe más de cerca mi antigua liga roja.
- Esa noche fue...
- Inolvidable - acaba por mí. Asiento, porque tiene razón. - Quiero repetirla.
- ¿En el baño? - asiente y yo acepto entusiasmada.
- Junta las manos y ponlas encima de tu cabeza - obedezco y, después de atarme con la liga, busca un sitio donde tenerme bien sujeta. - Esto servirá.
- No seas muy bruto o habrá que comprar otra - Danny ser ríe pero sus ojos llamean. Creo que no le importa nada que la barra que hay detrás de la puerta para las toallas, pueda romperse. Me ata y se queda observándome. - ¿Qué pasa?
- Se me ha ocurrido una idea - abre la puerta intentando no darme y desaparece. Unos minutos después, vuelve y trae consigo uno de mis pañuelos. - Te voy a vendar los ojos.
- Suena bien - dejo que lo haga. Ahora no puedo ni verle ni tocarle. Es demasiado excitante. Pero de repente me acuerdo de que sigo vestida. - Danny...
- ¿Qué?
- ¿Cómo pretendes quitarme la blusa? - escucho cómo se ríe durante unos minutos y cuando decide parar, me desata y me da la vuelta. - Espero que aún te acuerdes de follar.
- Ha sido un lapsus, ¿vale? - me besa para que me calle y deje de burlarme. Nuestros dientes chocan, pero a él no le importa. Quiere que me calle y por eso me besa tan salvajemente, dejándome sin aliento. Una vez decide que ha tenido suficiente, agarra mi blusa y me la saca rápidamente. Hace lo mismo con el sujetador. - Ahora ya te puedo atar.

Dicho y hecho. Vuelvo a tener las manos en alto. Con un dedo, Danny traza una línea desde mi cuello hasta el final de mi espalda, donde empieza la falda. Todo mi cuerpo se estremece. No puedo verle ni tocarle. Es frustrante porque no puedo anticipar sus movimientos. Y por eso es tan excitante. Danny muerde mi oreja y tira fuerte. Un jadeo escapa de mis labios. Duele. Pero aún así dejo que lo repita. Pone una mano en mi entrepierna y aprieta. Jadeo de nuevo y muevo impaciente mi cuerpo. Danny se pega a mi espalda mientras sigue torturándome con esas caricias. Necesito más. Hay demasiada tela entre sus dedos y mi húmedo y palpitante sexo.

- Quítame la falda - gruño y noto una sonrisa suya contra mi piel.

Danny me obedece pero a un ritmo tortuosamente lento. Mientras desliza esa odiosa prenda fuera de mí, acaricia mis piernas, mandando descargas por todo mi cuerpo. Ya solo falta que se deshaga de las bragas. Danny vuelve a acariciar mis piernas pero esta vez en sentido contrario. Besa delicadamente mi cuello y después lo lame y muerde mientras me masturba. Con una mano presiona sobre mis bragas y con la otra, aprieta y masajea uno de mis pechos. Mi respiración cada vez está más agitada. Aparta con un dedo la fina tela y me penetra con él a un ritmo frenético. Muevo las manos intentando liberarme. Quiero verle. Necesito tocarle. Gruño desesperada. Otro jadeo se escapa de mi boca al introducir otro dedo. Y otro más al mismo tiempo que marca mi cuello con sus dientes. Jadeo. Noto que las piernas comienzan a fallarme, pero resisto. Danny comienza a dejarme un camino de besos por mi columna. Cuando llega a mis bragas, las agarra con los dientes y, con ayuda de los dedos, comienza a quitármelas. Pero con tan mala suerte que acaba rompiéndolas.

- Una lástima - dice como si de verdad estuviera apenado, pero puedo notar una pizca de lujuria en su voz. - Me gustabas con estas bragas.

Vuelve a acariciar mis piernas, subiendo el dedo por mi espalda hasta llegar a mi cuello. Muerde el lóbulo de mi oreja derecha y entonces sé que va a follarme. Aquí y ahora. Sin más esperas. Con una mano agarra con fuerza mi pelo, tirando hacia atrás, inmovilizándome. Con sus piernas separa las mías y segundos después puedo sentirle dentro de mí. Se mueve a un ritmo lento pero aun así las embestidas son duras, salvajes. Mis gemidos se mezclan con los suyos, pero se ven interrumpidos cuando la mano de Danny choca contra mis nalgas. Grito al no esperármelo, pero no tardo en desear que lo repita. Y como si Danny leyese mi mente, vuelve a azotarme. Varias palmadas y muchos gemidos después, Danny comienza a aumentar el ritmo de sus movimientos. Con la mano libre me masturba, acariciándome el clítoris a gran velocidad. De repente, mi cuerpo se tensa. Entonces, comienzo a sentir esa electricidad en mi sexo que dura segundos pero que  es la sensación más placentera que una persona puede experimentar en toda su vida. Siento cómo ese pequeño cosquilleo recorre todo mi cuerpo, destensando poco a poco cada músculo y dejándome completamente agotada. Ni siquiera soy consciente de que Danny también ha llegado al orgasmo y está desatándome y cogiéndome en brazos, ya que mis fuerzas han desaparecido.

Estoy tumbada en la cama, con Danny a mi lado. Los dos intentando normalizar nuestras respiraciones. Danny gira su cuerpo y me mira. Sus ojos están brillantes y una sonrisa feliz aparece en su rostro.

- Lo que daría por un pedacito de mi tarta - resoplo frustrada y enfadada por la vieja del tercero.
- No te muevas - Danny se levanta con energías renovadas y se viste rápidamente.
- ¿Qué haces? - él no deja de sonreír. Se acerca a mí y me da un beso fugaz.
- Voy a por tarta - le miro confusa.
- La vieja se llevó el último trozo... - termina de vestirse y coge su cartera, comprobando que lleva dinero.
- Lo sé - dice sin que desaparezca su sonrisa. - Pero yo conozco la segunda mejor pastelería de la ciudad.

Me tira un beso desde la puerta y desaparece. Tengo un novio que está loco. ¿Quién en su sano juicio sale a comprar tarta después de lo que ha ocurrido en el baño? Sí, solo Danny Jones. Me acomodo en la cama y espero impaciente a que mi novio me traiga un trozo de pastel. El sonido de un cascabel hace que las imágenes de ese delicioso trozo de cielo desaparezcan de mi mente. Luna y Toulouse se han subido a la cama y se acercan pidiendo mimos.

- Ahora sí que venís, ¿eh? - dejo que se tumben y se apoyen sobre mí y, como buena ama que soy, les acaricio mientras ellos me regalan sus ronroneos.

Media hora después, oigo la puerta de la entrada. Danny entra en el cuarto con una caja enorme.

- Con un trozo pequeño me conformaba - le digo pero él niega.
- Cuando la pruebes, querrás repetir una y otra vez - se sienta a mi lado y abre la caja.
- ¿Quieres que me ponga gorda? - Danny ríe y coge el primer trozo con su mano. - Cariño, ¿para qué inventaron los tenedores?
- Esto es más divertido - sonríe como un niño pequeño y prueba el pastel. Cierra los ojos y cuando los abre, mira la caja y luego me mira a mí. - Casi que no te voy a dar nada. Está demasiado rica.
- ¡Quiero tarta! - los gatos se asustan por mi grito y huyen. - No seas malo y dame un poco.
- ¿Quieres que te dé un poco? - asiento con entusiasmo y él pone su sonrisa traviesa.

Coge un trozo y se sienta a horcajadas sobre mí. Primero come él y yo me relamo, impaciente por probarlo. Intento cogerle el pastel pero Danny atrapa mis manos y las pone encima de mi cabeza. Cuando queda tan solo un pequeñísimo trozo, lo acerca lentamente a mi boca y con suma delicadeza lo pone sobre mis labios entreabiertos. Cierro los ojos y me dejo llevar por el delicioso sabor del pastel y por las caricias que Danny me está dando por todo el cuerpo. Sin duda, la mejor manera de comer tarta. Abro los ojos y veo que Danny me está mirando con deseo.

- ¿Quieres más? - no solo me pregunta por el pastel.


Coge un trozo más y, antes de dármelo, me besa con pasión, dejándome muy claro que lo que ha empezado en el baño, va a continuar en nuestra cama. Quién me iba a decir a mí que un día de mierda acabaría con sexo salvaje y tarta de chocolate. Sin duda, tengo el mejor novio del mundo.