martes, 12 de agosto de 2014

Sexy results

¿No os ha pasado alguna vez que sentís el impulso de hacer algo pero sabéis que las consecuencias serán terribles? Eso es exactamente lo que me lleva pasando a mí desde que tenía quince años. Llevo seis años pensando en cómo sería tirarse a Danny Jones. No. No soy una fan histérica y con las hormonas revolucionadas. Conozco a Danny desde que estaba en el útero de mi madre. No os estoy tomando el pelo. Mi padre, Tom Fletcher, es uno de sus mejores amigos, o hermanos, como ellos suelen llamarse. Danny Jones es mi tío, aunque no de sangre, y por eso mismo una parte muy pequeña de mi cerebro me dice que no debería hacerlo o mi familia se romperá.

Dicen las malas lenguas que, como yo era el primer bebé de la banda, estaba más ilusionado que mis propios padres. Se pasaba todo el día cantando a la barriga de mi madre e incluso se preocupaba a todas horas por su estado. Quizá fue esa la razón de mi encaprichamiento; saber que estaba más pendiente de mí que de su propia esposa. O también puede ser porque yo era su sobrina favorita (o la única, porque el resto son chicos) y desde que tengo uso de razón me pasaba tardes enteras sentada en su regazo, practicando con la guitarra. ¿Que por qué no lo hacía con mi padre? Fácil. Nunca me ha gustado que mis padres me enseñen las cosas. Prefiero que sean mis tíos. Por eso sé jugar al fútbol gracias a ellos. Doug me enseñó a tocar el bajo y a amar a los reptiles, Harry me pegó un poquito de su ego y eso ayuda mucho a la hora de comerme el mundo y... otras cosas. Danny ha sido el que más me ha ayudado. Puede que no sea bueno en mates o historia, pero es el mejor en conquistar a las mujeres para llevárselas a la cama (aunque ya solo tenga ojos para su mujer... por desgracia). Mis primos nunca han querido sus consejos, así que yo me ofrecí para ser su aprendiz. Y después de años de práctica, ya es hora de probarlos con él, para que vea lo buen maestro que es.

No sé por qué empezó a ponerme mi tío. Lo único que sé es que desde que volví de mi viaje a Nueva York, solo pienso en provocar situaciones incómodas; faldas tremendamente cortas, botones de blusas que se abren repentinamente, pequeños jadeos o cruce de piernas a lo Instinto Básico. Solo me falta decidir el día en que mi tío se olvide por un momento de todo, me coja la mano, me lleve al cobertizo y me folle hasta perder el sentido.




Pica. Pica mucho. No puedo evitar revolverme entre las sábanas, agarrándome al pijama para no bajar mis manos hasta mi entrepierna. Pero es lo que más necesito en estos momentos. Necesito desesperadamente rascarme en mi zona más íntima. Maldita la hora en que me acosté con ese neoyorkino.

Tengo que olvidarme de ese dolor. Podría levantarme a por un vaso de agua y saciarme de alguna manera, pero seguramente mis padres me escucharían, se asomarían a la cocina y me harían un interrogatorio. Quizá... Podría... No. Es una locura masturbarse cuando tienes una enfermedad de esas. Sería muy raro y asqueroso. Tengo que pensar en otra cosa.

Miro el reloj y veo que son las tres de la mañana. Esto es una pesadilla. Ojala el picor desaparezca, pero no va a hacerlo por arte de magia. Necesito ir al médico, pero tampoco puedo pedirle a mi madre que me acompañe o me soltará la típica charla. ¿Y si llamo a Chris? No, también me juzgará. Además, si se lo digo a él, se lo contará a Danny y se pensará que soy una guarra de esas que se tira a todo lo que se mueve. Aunque igual eso me ayuda a que se fije en mí como una mujer...

Creo que voy a llamar a Chris. Él es mi mejor amigo, no tengo a nadie más. Cojo el móvil y me acomodo en la cama. Busco su nombre en la agenda y le doy a llamar. Aguanto la respiración hasta que una voz ronca me contesta.

- Más vale que te estén violando y descuartizando al mismo tiempo, porque llamarme a estas horas no tiene perdón.
- Christian no seas bruto - mi amigo nunca tuvo un sentido del humor muy normal.
- Oh, oh. Algo grave ha tenido que pasar. Solo me llamas Christian cuando has hecho algo muy gordo - mi mano vuela a mi entrepierna pero consigo detenerla a tiempo. - ¿Qué has hecho renacuajo?
- Jura que no se lo vas a contar a nadie - creo que no ha sido buena idea llamarle. - Júralo por todas tus guitarras.
- Niki me estás asustando.
- ¡Júralo! - grito desesperada pero no tardo en taparme la boca. Mis padres se han podido despertar. Me levanto y me acerco a la puerta. No se escucha ningún ruido.
- Lo juro, lo juro. Ahora, tranquilízate y cuéntame qué has hecho.
- Yo... En Nuevo York... - digo mientras vuelvo a la cama.
- Me estás asustando. ¿Estás embarazada? ¿Has matado a alguien?
- Ojala fuera eso... - Chris se ríe pero no tarda en darse cuenta de que no es ningún chiste.
- ¿Qué coño has hecho, Niki?
- Vale. Lo voy a decir muy rápido y tú ni me vas a cortar ni a juzgar, ¿entendido?
- ¡Dilo ya, joder!
- Cuando estuve en Nueva York me tiré a un tío y ahora me pica mucho... ahí... - me muerdo el labio y espero la reacción de mi amigo.
- Espera, espera. Me he perdido en lo de Nueva York - sonrío. Chris es como su padre; los dos tienen memoria de pez y no pueden retener demasiada información al mismo tiempo.
- A ver Chris. Te lo voy a repetir una sola vez. Follé con un tío y ahora tengo una de esas enfermedades sexuales. No sé cómo se llama, pero me pica mucho... ahí abajo.
- ¿No será que no te has duchado en varios días? - ríe y su risa me recuerda a su padre. ¿Por qué cada vez que pienso en Danny me olvido de todo lo que me rodea? Ese hombre me atonta.
- Chris, esto no tiene gracia. ¿Y si me muero?
- A ver, Niki, relájate. No soy médico pero no creo que eso te vaya a matar. Seguramente nadie quiera acostarse contigo mientras lo sigas teniendo, pero eso será todo.

Sus palabras se quedan grabadas en mi cabeza. ¿Nadie? ¿Tampoco Danny? Mierda. Tengo que quitarme esto para seguir con mi plan. Necesito estar con él. Necesito que me haga jadear como seguramente le haga cada noche a su mujer.

- ¿Niki?
- Eh... Sí, perdona. ¿Qué decías?
- Que si quieres puedo ir contigo al médico.
- Si no te importa... - me sonrojo y no sé por qué.
- Mañana no tengo nada que hacer. ¿Te recojo a las nueve?
- Vale - sonrío. Parece que esto se va a solucionar. - Gracias.
- No las des. Sabes que puedes contar conmigo, renacuajo. Ahora voy a colgar. Estaba soñando con una rubia que me hacía de todo y voy a concentrarme a ver si puedo volver a soñar con ella.
- Siento habértelo estropeado - escucho cómo Chris se ríe y yo sonrío. - Buenas noches, pervertido.
- No sería tan pervertido si tuviera novia.
- ¿Eso es una indirecta? - no puedo parar de sonreír.
- Sabes que a mi padre siempre le has gustado - me quedo helada. ¿Qué es lo que ha dicho? - Dice que eres perfecta para mí.
- Ah... Ya - respiro hondo para tranquilizar mi agitada respiración. - Dile a tu padre que solo saldré contigo cuando te quites esas asquerosas pecas.
- Eso es un golpe bajo - intenta hacerse el ofendido pero puedo notar una pizca de humor en sus palabras.
- Sabes que me encantan tus pecas - digo sin dejar que mi sonrisa desaparezca.
- Entonces, ¿qué tengo que hacer para que me beses?
- Buenas noches, Chris - digo divertida.
- Sí, sí. Tú cambia de tema, pero algún día conseguiré que me supliques que te bese. Y cuando lo hagas, yo te besaré, te desnudaré y te haré el amor hasta que me digas que sí.
- ¿Sí? ¿Sí a qué?
- Hasta que aceptes salir conmigo - mi sonría se ensancha. Sé que está jugando. Tan solo bromea, pero cuando me dice esas cosas, hace que me sienta especial.
- ¿Y si yo no te dejo que me beses, me desnudes y me hagas el amor?
- Lo harás. Oh, Niki, sé que lo harás - su voz se ha convertido en apenas un susurro. Se está quedando dormido.
- Buenas noches, pecoso. Diviértete en el mundo de los sueños. Y saluda a la rubia de mi parte - voy a colgar pero su última frase me descoloca.
- ... Esa rubia eres tú. Mi rubia - segundos después no escucho nada. Se ha quedado dormido.

¿Qué ha querido decir con eso? ¿Estaba soñando conmigo? Maldito degenerado. Mañana se va a enterar. Dejo el móvil en la mesita de noche y me recuesto en la cama. Necesito dormir un poco antes de enfrentarme con este desagradable problema.



Dos semanas han tenido que pasar hasta que los picores han desaparecido. El médico me dio una crema y me advirtió que si tenía relaciones sexuales con algún hombre, les contara mi situación. Fue bastante vergonzoso tener que escucharle. Aunque lo peor fue tener que soportar la risa de Chris durante todo el día. Pero por lo menos ya estoy curada y puedo volver a mi plan inicial: hacer que Danny caiga rendido a mis pies.

Este sábado la familia Jones organiza la barbacoa de todos los meses. Solo estamos invitados los Fletcher, los Judd y los Poynter. Nadie más tiene el privilegio de ver a mis tres tíos sin camiseta y haciéndose el machito delante de sus mujeres. Aunque a mí solo me interesa uno y estoy segura de que por fin él también se fijará en mí. No me quitaré la camiseta como hacen ellos, lo mío será diferente, pero espero que igual de efectivo.


Me levanto pronto. Estoy tan nerviosa que no he sido capaz de dormir en toda la noche. Hoy es el gran día así que tengo que estar perfecta. Me depilo a conciencia, me tiro tres horas en la ducha y me pongo el perfume que mi tío me regala todos los años por mi cumpleaños. Me pongo un vestido blanco, muy veraniego y demasiado corto. Seguro que mi padre se escandaliza al verlo, pero tengo la excusa de que no habrá ningún pervertido en la comida. Aunque él y yo sabemos que sus tres amigos son más peligrosos que un violador. Pero me da igual. Tengo piernas largas y bronceadas, ¿por qué no voy a poder lucirlas? Me maquillo sutilmente y antes de irme, meto unos cuantos condones en el bolso de mano que me regaló mi madre.

Bajo y busco a mis hermanos y a mis padres. Los encuentro en la cocina, recogiendo las últimas cosas para ir a casa de Danny. Mi padre me pasa una cesta y veo que hay varias botellas de vino. No sé por qué siempre compran vino si ellos son más de cerveza. Es como si pensasen en sus hijos, porque nosotros sí que somos de vino. Son tantas las botellas que no se darán cuenta si Chris, Alex (el hijo de Harry e Izzy) y yo nos bebemos una, ¿no? Los mellizos ayudan a mi madre con los refrescos para los niños y mi padre nos abre la puerta a todos para que salgamos y después la cierra. Aunque lo que llevamos pesa bastante, no cogemos el coche, ya que vivimos en la misma calle. Los siguientes siete minutos, mi padre habla con mi madre sobre su próximo viaje a América y mis hermanos hacen carreras de obstáculos para ver quién tira antes las latas de coca cola. Al final llegamos y, gracias al cielo, ninguno de los dos ha tirado ninguna. Entramos en el jardín y vamos directos a la parte de atrás.

- ¡Cómo no! ¡Los Fletcher tan puntuales como siempre! - Danny nos sonríe a los cinco y se acerca a nosotros para ayudarnos con las botellas. - ¿Qué tal está mi sobrina favorita?
- Perfectamente - sonrío coquetamente y sin que él lo vea venir le doy un beso en la mejilla pudiendo disfrutar durante unos segundos de su olor tan Danny. Pero para él todo eso es normal, así que pasa un brazo por mis hombros y me devuelve el beso. - Huele de maravilla.
- Tu tío, que es un gran cocinero - enseña todos los dientes al decirlo y cuando oye la réplica de su mujer lo único que hace es reírse.
- No le hagas caso - dice Geo saliendo de la cocina. - Las tres hamburguesas que ha hecho las ha quemado. Solo sirve para comérselas.
- También sirvo para otras cosas - le alza las cejas a su mujer y yo me muero de celos. Ojala me lo dijese a mí en vez de a ella.

Danny se acerca a Georgia y la abraza por detrás, apartándola de la barbacoa y segundos después le está comiendo la boca sin importarle que estemos nosotros delante. Dejo las cosas en el suelo y entro furiosa en su casa en busca de mi salvación. Subo a su cuarto y lo veo tirado en la cama, sin la camiseta y con los cascos puestos.

- ¿Qué escuchas? - me tiro a su lado y él me hace un hueco.
- Hola a ti también - se quita los cascos y los tira al suelo. - Pareces enfadada. ¿Ha pasado algo?
- Deja de conocerme tan bien - suspiro y me tapo la cara con el brazo.
- Si es que solo te falta echar humo por las orejas - se ríe él solo por su broma y luego me quita el brazo de la cara. - Eh. ¿Estás bien?
- Ojala pudiera desaparecer - giro la cabeza y le miro.
- ¿Y dejarme solo? - hace pucheros y consigue que sonría.
- Serías más feliz si yo no estuviera, créeme - Chris me mira mal, muy mal y se levanta de la cama. - ¿Qué?
- El día que dejes de pensar solo en ti nos harás un favor a todos - se pone la camiseta y sale de su habitación.

¿Qué acababa de ocurrir? Yo venía para que me consolara y lo único que había conseguido era que se enfadase conmigo. ¿De verdad Chris, mi mejor amigo, me veía así? No entendía nada. Recogí los cascos del suelo y me los puse. Por culpa de Chris había olvidado completamente mi plan. Pero después de lo que había pasado, mis ganas de tirarme a Danny se habían esfumado... solo un poquito. Chris y yo nunca nos habíamos peleado. ¿Y si se había cansado de mí? Tenía que hablar con él y arreglar las cosas. Tiro los cascos como él había hecho un minuto antes y bajo en su busca. Cuando llego al jardín veo que ya han llegado todos. Me acerco a la embarazadísima Izzy y la abrazo intentando contener las lágrimas.

- Estás muy guapa - le digo con una sonrisa fingida.
- Qué dices - pone cara de loca y eso me hace reír pero sin muchas ganas. - Tú sí que estás preciosa. Ese vestido te queda genial.
- No le digas eso a la niña que se lo pondrá más veces - le recrimina mi padre mientras reparte los vasos por toda la mesa.
- No te pega nada ser un viejo carca - las dos reímos y nos acercamos para sentarnos. - Tú no le hagas ni caso. Te tendrás que poner guapa para tu novio, ¿no? ¡Seguro que tienes mil chicos babeando por ti!

¿Por qué Izzy? ¿Por qué has tenido que decir eso? Yo me pongo roja como un tomate y miro disimuladamente a Danny. Danny no me mira, porque está muy entretenido sirviéndole vino a su mujer. En cambio, hay dos personas que sí me miran. Mi padre me mira intentando averiguar que mi tía se equivoca y que no es verdad eso de que haya hombres en mi vida. Su expresión ahora mismo dice "como toquen a mi niña, mato". Y la otra persona que me mira, pero con una expresión totalmente diferente es Chris. No sé muy bien descifrar su mirada. Diría que es una mezcla entre melancolía y decepción. ¿Por qué me mira así?

- ¿Comemos? ¡Me muero de hambre! - gracias Doug por cortar este horrible silencio.

Me siento entre Alex y Harry, lo más alejada posible de mi padre. No quiero que me dé la comida. Enfrente tengo a mis hermanos y al pequeño de los Poynter. Chris se encontraba en una de las esquinas, ni siquiera podía verle. ¿Por qué no se ha sentado cerca de mí? Y Danny en la otra esquina, genial. Hoy los Jones se han puesto de acuerdo para joderme la barbacoa. Menos mal que Alex es muy divertido y consigue que sonría de vez en cuando.

Cuando nos acabamos las mil hamburguesas que Georgia ha preparado, los niños entran corriendo dentro de la casa para ponerse sus bañadores y nosotros nos quedamos fuera, hablando entre nosotros o con nuestros padres. Pero las sillas del jardín son muy incómodas, así que de un modo muy sincronizado, nos movemos hacia la piscina y nos tiramos en las tumbonas para hacer la digestión. Es el momento perfecto para llevar a cabo mi plan.

Dejo que todos vayan primero hacia la piscina. Hago como que recojo un poco y cuando todos se han sentado, camino lentamente hacia ellos. Ya no llevo las sandalias. Me acerco a la piscina y mojo uno de mis pies. Voy andando muy despacio por el borde de la piscina hacia donde están todos, cierro los ojos y dejo que el solo pegue en mi cara y me caliente. Una brisa hace que mi vestido se mueva sutilmente. Cada vez estoy más cerca y sé que Danny no tardará en olvidarse de que soy su sobrina. Oiga la risa de los niños y sonrío. El momento esperado está cada vez más cerca. Doy un paso más y tras escuchar los chapuzones, abro los ojos y compruebo que mi vestido está completamente mojado. Me hago la sorprendida y miro hacia la zona de las tumbonas. Mi padre me mira con los ojos abiertos como platos. Está rojísimo y puedo ver en su expresión que lo único que quiere en ese momento es sacarme de allí y gritarme cuatro cosas. Mi madre y mis tías se ríen. No ven con maldad lo que acaba de pasar. Pero si vierais cómo me están mirando los otros tres, estaríais igual de seguros que yo de que en este preciso momento me desean. Harry parpadea y desvía la mirada, avergonzado, y la posa en sus hijos, intentando no pensar en lo que acaba de ver. Dougie hace exactamente lo mismo, pero más exageradamente. Se levanta de la tumbona y corre hacia la piscina para tirarse sin haberse quitado la camiseta, alegando que una avispa le persigue. Y Danny, el hombre que tanto ama a su mujer, sigue mirándome incluso cuando sus dos amigos han dejado de hacerlo. Nadie más se da cuenta de que lo está haciendo, solo yo puedo verlo. No para de boquear. Casi se le cae la cerveza y puedo ver cómo su expresión va cambiando poco a poco. Continúo caminando y me siento en la tumbona que hay libre. Danny me mira con disimulo y yo hago como que no le veo. Cojo la crema que hay en la mesita y me la pongo por todo el cuerpo. Ahora que mi padre no me ve, me subo un poco más el vestido, me tumbo y cierro los ojos, dejando que el sol caliente todo mi cuerpo.

Un rato después, abro los ojos y veo que todo sigue igual, menos Danny. Ya no me mira. Está enfrascado en una interesantísima conversación con mi madre. Levanto la cabeza y veo a Alex jugando con los pequeños. Ni rastro de Chris. Me levanto para coger algún refresco y veo una nota aplastada por la crema.

"Ve al garaje"

Sonrío al reconocer la letra de Danny. Seguro que está disimulando para que nadie sospeche. ¿Cuándo habrá dejado la nota? ¿Me habré quedado dormida? La doblo y la meto en mi sujetador sin que nadie me vea. Paso al lado de Danny y le dedico una sonrisa. Él me la devuelve y después sigue hablando con mi madre. Ay mamá... Si supieras lo que me va a hacer dentro de unos minutos no le estarías hablando tan tranquila.

Dejo atrás el jardín y salgo a la parte delantera. Mi pulso se acelera. Seguro que en estos momentos Danny le está poniendo alguna excusa a mi madre para venir aquí. Abro la puerta del garaje y entro. Me siento extraña, como si fuese a hacer algo ilegal. Adoro esta sensación. Mientras espero a Danny, cotilleo todas las cajas que hay por los estantes. Ropa, muebles viejos, juguetes y alguna guitarra destrozada. Sigo observándolo todo cuando de repente escucho la puerta abrirse.

- Espero que la excusa haya sido buena - digo mientras me doy la vuelta.
- No me ha hecho falta. Nadie me prestaba atención.
- ¿Qué haces tú aquí? - sorprendida me pego a la pared, como si fuese un violador.
- No pensarás de verdad que mi padre iba a venir, ¿no? - ríe y se acerca a mí.
- No entiendo... Él... - intento buscarle una explicación pero estoy tan nerviosa que no lo consigo.
- Estás tan ciega, Niki... - niega lentamente y se apoya en su coche. - He visto cómo te miraba mi padre y cómo le mirabas tú.
- ¿Yo? - mierda, mierda, mierda.
- Te conozco desde que naciste. A mí no me puedes ocultar nada - se echa el pelo hacia atrás y sonríe. - Mi padre es un hombre y como todo hombre se empalma si le ponen una tía buena delante.
- ¡Christian! - me siento desnuda ante su mirada. Y lo peor de todo es que no sé si eso me gusta o no.
- ¿Qué? - se encoje de hombros y da un paso hacia mí. - Tú lo sabes mejor que nadie. Tienes un cuerpo que muchos hombres desearían probar.
- No me mires así - me tapo con los brazos e intento alejarme.
- Mi padre nunca lo hará - da otro paso. Cada vez estamos más cerca.
- Eso no lo sabes - tartamudeo y esquivo su mirada. Me estoy poniendo muy nerviosa.
- Sí que lo sé - un último paso y me acorrala con sus enormes manos. Ya no hay escapatoria.
- ¿Por qué? - digo en un susurro intentando no mirarle.
- Porque sabe que te quiero - sus palabras me cortan la respiración durante un instante.
- Yo...
- Ya sé que tú no te has dado cuenta de todas mis indirectas - da un golpe contra la pared y yo me asusto. - Joder, Niki. Esto no tenía que haber sido así.
- ¿Qué? - le miro a la cara y parece nervioso.
- Se suponía que esta noche yo te invitaría a salir. Te llevaría a ver esa peli que tantas ganas tienes de ver y luego te besaría después de decirte que te quiero - parece tan sincero y tan real que asusta. Y lo que más me asusta es lo que yo respondo.
- Pues bésame ahora - me mira desconcertado. No se lo cree. - Chris, bésame.
- No, Niki. Tú no quieres que te bese - pega su cuerpo al mío y me mira con mucha intensidad. - No es a este Jones al que quieres.
- Bésame antes de que me arrepienta - mi amenaza surge efecto y pega sus labios a los míos.

Con una mano me agarra la cintura y con la otra comienza a acariciarme la pierna, provocándome mil descargas. Sube sutilmente mi vestido y un jadeo sale por mi boca. Le miro fijamente a los ojos y veo el deseo que me hubiera gustado ver en los ojos de Danny. Me siento tan frustrada y enfadada que decido atacar antes de que de verdad me arrepienta. Le agarro de la camiseta y le pego a mí. Paso mis brazos por su cuello y enredo mis dedos en su cabello mientras él sigue acariciando mis piernas por debajo del vestido. No puedo parar de besarle. Es como si lo necesitase, como si lo hubiese estado esperando. Toda esta situación es muy extraña, pero no quiero que se detenga. Con un ágil movimiento, enrosco mis piernas alrededor de su cintura y eso hace que estemos más pegados. Sus caricias no cesan. Yo me esperaba algo más rudo, más violento, pero la delicadeza con la que lo hace me gusta. Se mueve a ciegas hacia la derecha, buscando algo donde apoyarme y se tropieza con una de las cajas. Dejo de besarle por unos instantes y me río de lo nervioso que se ha puesto de repente.

- Están todos borrachos - le digo para calmarle. - No creo que nos escuchen.

Vuelvo a su boca y le beso con una pizca de ternura pero sin dejar de lado la lujuria. No sé cómo hemos llegado hasta su coche. Solo sé que está frío y que el contacto con mi culo hace que pegue un grito. Chris muerde mi labio y con la mirada me advierte que no lo vuelva a hacer o nos pillarán.  Me tiende sobre el capó del coche y se inclina sobre mí, sujetándome por la cadera y buscando desesperado mi boca, como si no pudiese estar mucho tiempo separado de ella. Con una mano sube ligeramente el vestido y desliza un dedo por mi muslo hasta llegar a mis bragas. Un simple roce y todo mi vello se eriza. Chris sigue moviendo el dedo por encima de esa pequeña prenda y yo me revuelvo debajo, mordiéndome el labio para no gritar. Muevo mi cuerpo para que continúe sus caricias pero él se detiene, sabiendo lo que ha conseguido con tan poco. Necesito más. Quiero que me lo dé todo. ¡Lo necesito! Chris parece entender mi muda protesta y lleva la otra mano hasta el interior de mi vestido. Agarra con dos dedos las bragas y tira de ellas, arrancándome un gemido al mismo tiempo. Vuelve a advertirme con la mirada que no lo repita o tendrá que hacer algo al respecto. Me gusta este nuevo giro. Ya no es Christian el achuchable y que besa con delicadeza. Sus movimientos se han vuelto más ardientes y juguetones. Todo lo que buscaba en Danny lo estoy encontrando en su hijo. Sonrío con picardía y le atraigo hacia mí para que me bese, pero él se toma con tranquilidad. Mientras desliza las bragas por mis piernas, clava sutilmente sus uñas en mi piel, haciendo que me estremezca por el dolor a la vez que me revuelvo de puro placer.

- You nasty boy - sonríe mientras termina de sacar mis bragas y las tira al suelo.

Una vez se ha deshecho de ellas, deja que le acerque a mí y le bese. Sus besos se han convertido en algo grotesco. Ya no son dulces, ni transmiten cariño ni ternura. Está deseando follarme. Y yo no voy a ser quien se lo impida. Le quito la camiseta y admiro su perfecto pecho. ¿Por qué nunca me había fijado en lo bueno que está? Mucho mejor que su padre. Le acaricio con avaricia, queriendo tocar cada rincón de su cuerpo. Pero no tardo en acercarle de nuevo para besarle. Chris aprovecha y se desabrocha el pantalón. Oigo cómo desliza la cremallera y mi pulso se acelera. Saca un condón de un bolsillo y se lo pone. Menos mal que tiene, sino me tocaría salir a por mi bolso. Enrollo mis piernas a su alrededor y antes de penetrarme, me mira un instante. No me está pidiendo permiso. No quiere saber si me arrepiento o no. Simplemente quiere verme mientras se clava en mi interior. Sujeta mis manos por encima de mi cabeza y lentamente me penetra y ambos empezamos a movernos de una forma suave y acompasada. Es como si tuviésemos todo el tiempo del mundo para disfrutar. Ninguno de los dos piensa en lo que está pasando fuera de esas cuatro paredes. Estamos demasiado ocupados disfrutando de estas sensaciones. Pero Chris no tarda en convertir sus movimientos en algo salvaje y hasta podría decir que indecente. No suelta mis muñecas. Seguro que acaba dejándome marca, pero no me importa. Solo puedo dejarme llevar e intentar que mis gemidos solo los escuche él. Pero el ruido que está haciendo el coche por los golpes de Chris empieza a ser muy audible, lo que hace que me excite más. Chris deja mis enrojecidos labios para morder y lamer mi cuello, hombros, pechos; todos los lugares donde quiere dejar su marca. Siento que voy a explotar, así que gimo para que Chris me mire y me bese para no acabar chillando y que todo el vecindario se entere. Mueve su cadera de una forma lenta pero certera y mi cuerpo se arquea, liberando toda mi tensión y quedando exhausta. Chris no tarda en seguirme. Me mira y puedo ver que vuelve a ser el Chris achuchable. Antes de salir de mi interior, se acerca y me da un beso tremendamente tierno y suave. Nada comparable a los anteriores. Sonrío embobada por ese gesto y él se ríe. Se quita el condón y lo tira a la papelera sin importarle que sus padres lo puedan encontrar. Me pasa las bragas y coge su camiseta para ponérsela.

- Salgo yo primero y luego tú - digo mientras me miro en el espejo del coche y me intento adecentar.
- ¿Te avergüenzas de mí? - se ríe con esa risa tan Jones y me la contagia.
- Sabes que sí - sonrío y Chris se acerca a mí y me roba un beso.
- Anda, sal ya o tu padre vendrá a por ti - me da otro beso y cuando me alejo hacia la puerta me da una palmada en el culo, seguida de su risa.


Respiro hondo y rezo para que nadie note nada. Entro en el jardín y veo que todos están en la misma posición que antes de que desapareciésemos. Noto que Chris camina detrás de mí y me pongo nerviosa. Es un Jones, tiene el don de cagarla siempre. Paso al lado de Danny, me sonríe y después veo cómo le guiña un ojo a su hijo. Espera. ¿Danny sabía lo del garaje?

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