Me
habían invitado a una fiesta de disfraces. Tenía que vestirme como
una dama del siglo XVIII. Y lo más importante, tenía que llevar una
máscara. Era la típica fiesta donde lo importante no era tu rostro.
La idea había sido de unos amigos, tenían una gran mansión en las
afueras de Londres y querían inaugurarla celebrando una gran fiesta.
Harry
se puso un traje negro, con una camisa blanca y el típico pañuelo.
Yo elegí un vestido azul, muy ceñido en la zona de mi pecho,
haciendo que éste resaltara demasiado y con mucho vuelo en la parte
inferior. Le pedí ayuda a Harry con el corsé y él se colocó
detrás de mí, anudándolo lentamente.
-
Lástima que no pueda quitártelo - dijo besándome en la piel
desnuda de mi hombro.
-
La mansión tiene muchas habitaciones - dije dándome la vuelta y
mirándole con picardía.
Le
di un beso en los labios, apenas un roce, pero Harry me agarró de la
cintura y no me soltó hasta que no se llevó todo el color de mis
labios. Ahora me tocaba volver a maquillarme.
Nos
montamos en el coche y en una media hora llegamos. Cuando abrí la
puerta pensé que habíamos retrocedido en el tiempo. Hasta los
camareros iban con trajes de la época. Saludamos a nuestros amigos y
cogimos una copa. Un cuarteto de cuerdas ambientaba la fiesta.
Incluso había gente que se había propuesto hablar como si de verdad
estuvieran en el siglo XVIII.
Harry
desapareció de mi lado. Lo busqué entre la multitud, pero al no
encontrarlo, decidí dar una vuelta por aquel gigantesco salón. La
gente se había apartado del centro de la sala, dejando que unas
cuantas parejas bailasen al ritmo de la música. Me quedé
observándoles con la copa en la mano y dando pequeños sorbos de vez
en cuando. De repente, un suave toque en mi hombro hizo que tuviera
que girarme. Me encontré con un chico bastante más alto que yo. Con
el pelo corto y despeinado. Llevaba un traje azul oscuro. Me tendió
la mano y al ver que yo no hacía nada se dirigió a mi oído.
-
¿Me concede este baile? - me provocó un escalofrío y para intentar
esconderlo, asentí con la cabeza rápidamente y le cogí la mano.
Me
dirigió al centro de la improvisada pista de baile. Me agarró de la
cintura con delicadeza, agarró una de mis manos y la otra la colocó
en su hombro. Yo no tenía ni idea de cómo bailar aquella melodía,
pero parecía que él tampoco sabía. Empezó a moverse y yo le
seguí. No seguíamos para nada el ritmo de la música, pero nos daba
igual.
Miré
a mi alrededor y después clavé mi mirada en la suya. Hasta ese
momento no me había dado cuenta de que el azul de sus ojos era del
mismo tono que mi vestido. Pero además, eran unos ojos que
hipnotizaban.
-
No me has dicho tu nombre - su voz hizo que rompiera el contacto
visual.
-
No me lo has preguntado - le dije con una sonrisa tímida.
-
Es verdad - se quedó un momento pensativo y volvió a hablar - ¿Cómo
te llamas?
-
Nicole - volví a perderme en sus ojos. - ¿Y el tuyo?
-
Un beso tuyo por mi nombre - por un momento creí que estaba
bromeando, pero su sonrisa de suficiencia dejaba claro que iba en
serio.
-
No estaría bien - pero sin querer me mordí el labio, haciendo que
la mano que estaba en mi cintura descendiera un poco.
-
Entonces no te diré mi nombre - estaba jugando conmigo y los dos
sabíamos quién ganaría.
Sin
pensármelo dos veces, me puse de puntillas y rocé sus labios. No
quería tentar a la suerte. Si Harry me veía besándome con otro no
sabía lo que podía pasar.
-
Eso no ha sido un beso - dijo él sin borrar su sonrisa.
-
Es lo único que te puedo dar - pero volví a morderme el labio.
-
Otro beso y te diré mi nombre - su mano estaba en el límite de mi
espalda y eso hizo que mi pulsación comenzara a acelerarse.
-
¿Eres así de insistente con todo? - con la mano que descansaba en
su hombro, acaricié sutilmente su cuello, provocándole un
escalofrío.
-
Puedo llegar a ser muy pesado si me lo propongo - me acercó un poco
más a él.
Me
agarró solo de una mano y me dio una vuelta. Pero después volvió a
la postura anterior. Me miró a los ojos y se acercó lo suficiente
para que pudiera notar su aliento en mi cara. Le maldije por dentro,
pero aún así, volví a besarle. Esta vez fue un poco más largo,
pero no tardé en separarme. Habíamos parado de bailar por un
segundo para que el beso fuera perfecto.
-
Danny - dijo volviendo a moverse al compás de la música.
Seguimos
bailando durante un rato más. Sabía que Harry estaría buscándome
y que estar bailando con otro hombre no era lo más adecuado, pero mi
cerebro no podía pensar con claridad teniendo sus manos tan pegadas
a mi cuerpo.
Cuando
la orquesta decidió tomar un descanso, Danny me condujo por la
multitud hasta la puerta que daba al jardín. Se apoyó contra la
pared y sacó un cigarrillo de su chaqueta.
-
¿Sabes que fumar mata? - le miré y esperé a que él hiciera
lo mismo.
-
Sí. Pero la vida es aburrida sin un poco de riesgo - dio una última
calada y lo tiró al suelo.
Esa
frase se me quedó grabada en la cabeza. En ese momento pensé en
Harry. Había venido a la fiesta con él y lo había dejado tirado
para irme con un desconocido.
Vi
una mano pasar varias veces por mis ojos y comprendí que me había
quedado pensando en mis cosas durante demasiado tiempo. Le sonreí
para no preocuparle y me adentré en aquel gigantesco jardín,
esperando que Danny me siguiera.
Me
dirigí a una pequeña fuente que estaba rodeada de arbustos, creando
un ambiente íntimo. Me senté en un banco que había al lado y
esperé. Al segundo de estar allí, noté un dedo recorriendo mis
hombros. Cerré los ojos antes de girarme y encontrarme con los ojos
de Danny mirándome fijamente. Se sentó en el banco, muy cerca de
mí. Acarició mi brazo y yo suspiré. Él puso un dedo sobre mis
labios sabiendo que iba a protestar. Negó con la cabeza y con mucho
cuidado me quitó el antifaz. Me observó durante unos minutos y
volvió a acercarse hasta que nuestras narices se rozaron. Cerré los
ojos y dejé que me besara. Los besos de Harry eran tan diferentes.
Transmitían mucho cariño. En cambio, los besos de Danny eran puro
deseo. Me atrajo hacia él e hizo que me subiera encima de sus
piernas. Yo me aferré a su pelo mientras sus manos iban de un lado a
otro de mi cuerpo, juguetonas, explorando cada rincón. Las bajó a
mi culo, apretándolo bien fuerte y eso me provocó el primer jadeo
de la noche. Dejé de besarle por un momento y le miré, tenía los
ojos brillantes y los labios hinchados por culpa del beso. Esta vez
fui yo quien le quité el antifaz. Lo hice muy deprisa, deseando ver
su rostro. Y me gustó lo que vi. Danny pareció darse cuenta y
después de sonreír volvió a besarme. Esta vez fue mucho más
ardiente que el beso anterior.
Paró
de besarme. Se levantó y yo le imité. Me dio la vuelta y me abrazó
por detrás, pasando sus brazos por mi cintura. Colocó una mano en
mi entrepierna por encima del vestido y apretó. Besó y mordió mi
cuello intentando no dejar ninguna marca visible. Se apartó un poco
de mí y desabrochó el corsé como si lo hubiese hecho toda su vida.
Dejó que cayera un poco e introdujo sus manos, acariciando mis tetas
y volviendo a pegar sus labios a mi cuello y hombros. Yo no sabía
muy bien qué hacer. Era la primera vez que me pasaba algo parecido.
No tardé en notar un bulto apretándose contra mi culo. Danny no
dejaba que pasase nada de aire entre nuestros cuerpos. De vez en
cuando gemía contra mi oído y eso me excitaba más. Dejó mis tetas
y se agachó para poder coger mi vestido y subirlo e introducir su
mano. Llegó hasta mis bragas y sin pedir permiso introdujo dos dedos
dentro de mí. Mientras Danny me masturbaba, yo me restregaba contra
su polla, cada vez más dura. Cuando noté que iba a explotar, me di
la vuelta y empujé a Danny para que se sentara en el banco. Le
desabroché el pantalón y lo bajé un poco. Hice lo mismo con los
calzoncillos y agarré su polla mientras introducía mi lengua en su
boca. Danny puso sus manos en mis piernas y las fue acariciando hasta
llegar a las bragas. Dio un tirón y me las quitó. Yo me subí un
poco el vestido y me senté encima de su polla. Danny me agarró del
culo y yo empecé a moverme. Mordí su cuello con fuerza, haciendo
que gritara y que las embestidas fueran más violentas. Metí mis
manos por debajo de su camisa, acariciando y arañando su cuerpo.
Siguió follándome mientras lamía y mordía mis pezones. Yo gemía
y me agarraba a su pelo, pidiéndole, suplicándole que fuera más
deprisa. Danny me tumbó en el banco. Aumentó el ritmo de las
embestidas y unos segundos después me corrí. Pero yo seguí
besándole, acariciando su espalda y mordiendo en los puntos clave
para que él no tardara en seguirme. Y no mucho después llegó al
orgasmo.
Se
quedó un momento tumbado encima de mí, recuperando el aliento. Se
sentó y se arregló el traje como pudo. Me ayudó con mi vestido y
me dio la mano para volver a la fiesta. Cuando llegamos a la puerta,
nos pusimos el antifaz y cada uno se fue con sus amigos,
dejando lo que había pasado en el jardín como un simple recuerdo.
Me
dirigí hacia donde estaban mis amigos y no vi a Harry. Esperé un
rato y por fin lo vi aparecer. Le saludé con una tímida sonrisa y
él me besó. Intenté disimular lo mejor que pude, le devolví el
beso y le dije que estaba cansada. Nos despedimos de todos y nos
metimos en el coche rumbo a nuestra casa.
Lo
que no supe hasta muchos días después, era que no habíamos estado
solos en el jardín. Alguien lo había visto todo y le había
gustado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario