martes, 12 de agosto de 2014

Fiesta de disfraces

Me habían invitado a una fiesta de disfraces. Tenía que vestirme como una dama del siglo XVIII. Y lo más importante, tenía que llevar una máscara. Era la típica fiesta donde lo importante no era tu rostro. La idea había sido de unos amigos, tenían una gran mansión en las afueras de Londres y querían inaugurarla celebrando una gran fiesta.

Harry se puso un traje negro, con una camisa blanca y el típico pañuelo. Yo elegí un vestido azul, muy ceñido en la zona de mi pecho, haciendo que éste resaltara demasiado y con mucho vuelo en la parte inferior. Le pedí ayuda a Harry con el corsé y él se colocó detrás de mí, anudándolo lentamente.

- Lástima que no pueda quitártelo - dijo besándome en la piel desnuda de mi hombro.
- La mansión tiene muchas habitaciones - dije dándome la vuelta y mirándole con picardía.

Le di un beso en los labios, apenas un roce, pero Harry me agarró de la cintura y no me soltó hasta que no se llevó todo el color de mis labios. Ahora me tocaba volver a maquillarme.

Nos montamos en el coche y en una media hora llegamos. Cuando abrí la puerta pensé que habíamos retrocedido en el tiempo. Hasta los camareros iban con trajes de la época. Saludamos a nuestros amigos y cogimos una copa. Un cuarteto de cuerdas ambientaba la fiesta. Incluso había gente que se había propuesto hablar como si de verdad estuvieran en el siglo XVIII.

Harry desapareció de mi lado. Lo busqué entre la multitud, pero al no encontrarlo, decidí dar una vuelta por aquel gigantesco salón. La gente se había apartado del centro de la sala, dejando que unas cuantas parejas bailasen al ritmo de la música. Me quedé observándoles con la copa en la mano y dando pequeños sorbos de vez en cuando. De repente, un suave toque en mi hombro hizo que tuviera que girarme. Me encontré con un chico bastante más alto que yo. Con el pelo corto y despeinado. Llevaba un traje azul oscuro. Me tendió la mano y al ver que yo no hacía nada se dirigió a mi oído.

- ¿Me concede este baile? - me provocó un escalofrío y para intentar esconderlo, asentí con la cabeza rápidamente y le cogí la mano.

Me dirigió al centro de la improvisada pista de baile. Me agarró de la cintura con delicadeza, agarró una de mis manos y la otra la colocó en su hombro. Yo no tenía ni idea de cómo bailar aquella melodía, pero parecía que él tampoco sabía. Empezó a moverse y yo le seguí. No seguíamos para nada el ritmo de la música, pero nos daba igual.

Miré a mi alrededor y después clavé mi mirada en la suya. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que el azul de sus ojos era del mismo tono que mi vestido. Pero además, eran unos ojos que hipnotizaban.

- No me has dicho tu nombre - su voz hizo que rompiera el contacto visual.
- No me lo has preguntado - le dije con una sonrisa tímida.
- Es verdad - se quedó un momento pensativo y volvió a hablar - ¿Cómo te llamas?
- Nicole - volví a perderme en sus ojos. - ¿Y el tuyo?
- Un beso tuyo por mi nombre - por un momento creí que estaba bromeando, pero su sonrisa de suficiencia dejaba claro que iba en serio.
- No estaría bien - pero sin querer me mordí el labio, haciendo que la mano que estaba en mi cintura descendiera un poco.
- Entonces no te diré mi nombre - estaba jugando conmigo y los dos sabíamos quién ganaría.

Sin pensármelo dos veces, me puse de puntillas y rocé sus labios. No quería tentar a la suerte. Si Harry me veía besándome con otro no sabía lo que podía pasar.

- Eso no ha sido un beso - dijo él sin borrar su sonrisa.
- Es lo único que te puedo dar - pero volví a morderme el labio.
- Otro beso y te diré mi nombre - su mano estaba en el límite de mi espalda y eso hizo que mi pulsación comenzara a acelerarse.
- ¿Eres así de insistente con todo? - con la mano que descansaba en su hombro, acaricié sutilmente su cuello, provocándole un escalofrío.
- Puedo llegar a ser muy pesado si me lo propongo - me acercó un poco más a él.

Me agarró solo de una mano y me dio una vuelta. Pero después volvió a la postura anterior. Me miró a los ojos y se acercó lo suficiente para que pudiera notar su aliento en mi cara. Le maldije por dentro, pero aún así, volví a besarle. Esta vez fue un poco más largo, pero no tardé en separarme. Habíamos parado de bailar por un segundo para que el beso fuera perfecto.

- Danny - dijo volviendo a moverse al compás de la música.

Seguimos bailando durante un rato más. Sabía que Harry estaría buscándome y que estar bailando con otro hombre no era lo más adecuado, pero mi cerebro no podía pensar con claridad teniendo sus manos tan pegadas a mi cuerpo.

Cuando la orquesta decidió tomar un descanso, Danny me condujo por la multitud hasta la puerta que daba al jardín. Se apoyó contra la pared y sacó un cigarrillo de su chaqueta.

- ¿Sabes que fumar mata? - le miré y esperé  a que él hiciera lo mismo.
- Sí. Pero la vida es aburrida sin un poco de riesgo - dio una última calada y lo tiró al suelo.

Esa frase se me quedó grabada en la cabeza. En ese momento pensé en Harry. Había venido a la fiesta con él y lo había dejado tirado para irme con un desconocido.

Vi una mano pasar varias veces por mis ojos y comprendí que me había quedado pensando en mis cosas durante demasiado tiempo. Le sonreí para no preocuparle y me adentré en aquel gigantesco jardín, esperando que Danny me siguiera.

Me dirigí a una pequeña fuente que estaba rodeada de arbustos, creando un ambiente íntimo. Me senté en un banco que había al lado y esperé. Al segundo de estar allí, noté un dedo recorriendo mis hombros. Cerré los ojos antes de girarme y encontrarme con los ojos de Danny mirándome fijamente. Se sentó en el banco, muy cerca de mí. Acarició mi brazo y yo suspiré. Él puso un dedo sobre mis labios sabiendo que iba a protestar. Negó con la cabeza y con mucho cuidado me quitó el antifaz. Me observó durante unos minutos y volvió a acercarse hasta que nuestras narices se rozaron. Cerré los ojos y dejé que me besara. Los besos de Harry eran tan diferentes. Transmitían mucho cariño. En cambio, los besos de Danny eran puro deseo. Me atrajo hacia él e hizo que me subiera encima de sus piernas. Yo me aferré a su pelo mientras sus manos iban de un lado a otro de mi cuerpo, juguetonas, explorando cada rincón. Las bajó a mi culo, apretándolo bien fuerte y eso me provocó el primer jadeo de la noche. Dejé de besarle por un momento y le miré, tenía los ojos brillantes y los labios hinchados por culpa del beso. Esta vez fui yo quien le quité el antifaz. Lo hice muy deprisa, deseando ver su rostro. Y me gustó lo que vi. Danny pareció darse cuenta y después de sonreír volvió a besarme. Esta vez fue mucho más ardiente que el beso anterior.

Paró de besarme. Se levantó y yo le imité. Me dio la vuelta y me abrazó por detrás, pasando sus brazos por mi cintura. Colocó una mano en mi entrepierna por encima del vestido y apretó. Besó y mordió mi cuello intentando no dejar ninguna marca visible. Se apartó un poco de mí y desabrochó el corsé como si lo hubiese hecho toda su vida. Dejó que cayera un poco e introdujo sus manos, acariciando mis tetas y volviendo a pegar sus labios a mi cuello y hombros. Yo no sabía muy bien qué hacer. Era la primera vez que me pasaba algo parecido. No tardé en notar un bulto apretándose contra mi culo. Danny no dejaba que pasase nada de aire entre nuestros cuerpos. De vez en cuando gemía contra mi oído y eso me excitaba más. Dejó mis tetas y se agachó para poder coger mi vestido y subirlo e introducir su mano. Llegó hasta mis bragas y sin pedir permiso introdujo dos dedos dentro de mí. Mientras Danny me masturbaba, yo me restregaba contra su polla, cada vez más dura. Cuando noté que iba a explotar, me di la vuelta y empujé a Danny para que se sentara en el banco. Le desabroché el pantalón y lo bajé un poco. Hice lo mismo con los calzoncillos y agarré su polla mientras introducía mi lengua en su boca. Danny puso sus manos en mis piernas y las fue acariciando hasta llegar a las bragas. Dio un tirón y me las quitó. Yo me subí un poco el vestido y me senté encima de su polla. Danny me agarró del culo y yo empecé a moverme. Mordí su cuello con fuerza, haciendo que gritara y que las embestidas fueran más violentas. Metí mis manos por debajo de su camisa, acariciando y arañando su cuerpo. Siguió follándome mientras lamía y mordía mis pezones. Yo gemía y me agarraba a su pelo, pidiéndole, suplicándole que fuera más deprisa. Danny me tumbó en el banco. Aumentó el ritmo de las embestidas y unos segundos después me corrí. Pero yo seguí besándole, acariciando su espalda y mordiendo en los puntos clave para que él no tardara en seguirme. Y no mucho después llegó al orgasmo.

Se quedó un momento tumbado encima de mí, recuperando el aliento. Se sentó y se arregló el traje como pudo. Me ayudó con mi vestido y me dio la mano para volver a la fiesta. Cuando llegamos a la puerta, nos pusimos el antifaz y cada uno se fue con sus amigos,  dejando lo que había pasado en el jardín como un simple recuerdo.
Me dirigí hacia donde estaban mis amigos y no vi a Harry. Esperé un rato y por fin lo vi aparecer. Le saludé con una tímida sonrisa y él me besó. Intenté disimular lo mejor que pude, le devolví el beso y le dije que estaba cansada. Nos despedimos de todos y nos metimos en el coche rumbo a nuestra casa.


Lo que no supe hasta muchos días después, era que no habíamos estado solos en el jardín. Alguien lo había visto todo y le había gustado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario